jueves, 17 de diciembre de 2015

BIG ONE. CAP 45

Hasan acabó de escribir el mensaje y aplastó el móvil. Había muy pocas, para no decir ninguna, posibilidades de que aquello llegase a su destino, y si llegaba ¿quién le iba a creer?

Se relajó un poco, la zona 0 parecía un lugar realmente seguro ¡bien por Fran! hasta aquel momento no se dio cuenta de lo mucho que apreciaba a su compañero de pupitre. No tenía necesidad de pasar por todo aquello ¡y él podía habérselo evitado! si le llegase a pasar algo nunca se lo perdonaría. Pero no estaba todo perdido, había estado pensando en una idea que podría funcionar, salir de allí era posible pero tenían que estar todos juntos de nuevo.

jueves, 10 de diciembre de 2015

BIG ONE. CAP 44

Entré de nuevo en el bloque de urgencias y me deslicé detrás de los mostradores  del control que había en el centro de la sala. El pequeño éxito de haber conseguido los walkies me había insuflado mucha confianza. Fue entonces cuando me acordé que tenía sed, sólo Dios sabía cuanto hacía que no bebía. Cogí un pequeño recipiente de plástico que había sobre la mesa y entré en uno de los boxes de la derecha, abrí el grifo y bebí de aquella agua clorada como si fuese un manantial. Al momento oí como las puertas del exterior se abrían. Allí estaban, tenía que irme cuanto antes. Al volver a mirar al exterior vi una imagen que me dejó petrificado.

viernes, 27 de noviembre de 2015

BIG ONE. CAP 43

Mendoza cayó al suelo.

- Sigue tú Héctor yo ya no puedo.

Héctor no le atendía, estaba concentrado en una cosa extraordinaria que le había sucedido. Sin saber porqué, instintivamente, en un gesto de desesperación, había levantado su antebrazo derecho en dirección hacia sus perseguidores como queriendo bloquearles. Al poco rato, el ruido de puertas de detrás suyo se había detenido ¿Había sido él? Seguramente sí, aún notaba la energía que, sin saber cómo, había brotado de su muñeca que ahora enrojecida le dolía terriblemente. Puede que no fuese ya simplemente capaz de captar la energía exterior sino también de generarla. Puede que ya no fuese un simple espectador del Hunab Ku sino uno de sus protagonistas ¿Estaba su cerebro cambiando? Mendoza le miraba expectante, también se había dado cuenta de que no les seguían.

- ¿Qué pasa Héctor?

- Puede que tengamos una pequeña oportunidad. Vámonos al otro lado.

Mendoza lo entendió. Por el motivo que fuese sus perseguidores habían detenido la marcha, pero había algo más, Héctor actuaba de una manera diferente para no decir que se estaba transformando en una persona distinta. La duda y el miedo habían desaparecido de su cara, analizaba y tomaba decisiones con una celeridad inusitada.
Salieron de la consulta arrastrándose entre las hileras de los bancos del centro de la sala hacia la otra fila de despachos que estaba más cerca de la puerta de acceso al pasillo, su escapatoria. Al llegar al despacho de enfrente Héctor se paró e hizo un gesto que sorprendió a Mendoza: se giró hacia la sala y levantó su antebrazo.

- Podemos seguir. Sentenció.

Mendoza, muy mermado por su rodilla, le obedecía ciegamente.
Empezaron a deslizarse de consulta en consulta evitando, esta vez sí, provocar cualquier ruido que los pudiera delatar. Oyeron como las puertas de las consultas del otro lado volvían a abrirse y cerrarse, pero ellos ya no estaban allí. Llegaron al último despacho, sólo les quedaba acceder a la pesada puerta anti-incendios y huir a toda prisa por el pasillo hacia el hall de entrada y los pisos superiores. Pero para ello tenían que volver de nuevo, ni que fuese por un momento, a la sala central. Estuvieron esperando un buen rato en silencio, desde la otra banda no llegaba tampoco ningún ruido. Parecía que nadie quería hacer el primer movimiento.

- Vamos. Dijo finalmente Héctor ayudando a Mendoza a levantarse.

Salieron a la sala a gatas y sin mirar atrás Héctor abrió la puerta de un golpe y lanzó a Mendoza hacia el interior del pasillo.

- ¡Corre, corre! gritó.

El se quedó dentro unos instantes para asegurarse que Mendoza pudiese ganar unos metros decisivos de ventaja. No sentía miedo, ya no. Se levantó para ver como habían reaccionado sus perseguidores al ruido producido por la apertura de la puerta. Seguía habiendo un silencio total en la sala, sólo una silueta inmóvil rompía al fondo la tenue claridad producida por las luces de emergencia. La sombra levantó el brazo lentamente y la luz rojiza de su muñeca empezó a brillar con fuerza. Héctor notó una fuerte presión en la suya, sabía lo que significaba. De alguna manera y a pesar de la gravedad de la situación sentía que definitivamente había contactado con los suyos.
Empujó la pesada puerta anti-incendios y corrió tras Mendoza.

viernes, 20 de noviembre de 2015

BIG ONE. CAP 42

Llegó casi sin respiración. Se sentó contra la pared más escondida con la cabeza entre los brazos. Tenía unas ganas terribles de llorar. Aún tenía grabada en su retina la imagen de aquellos hombres persiguiendo a sus compañeros. A diferencia de ellos que salieron de estampida, él se quedó allí, inmóvil al lado de una de las columnas. Un escalofrío había recorrido toda su espalda, por un momento se había sentido perdido, pero aquellos seres pasaron por su lado sin reparar en su presencia. Cuando, al cabo de un buen rato, vio el parking vacío, se escabulló hacia la zona cero. Se sentía culpable por haber abandonado al pobre Fran que sin duda ya habría perecido.
Buscó en su bolsillo lateral y encontró su móvil ¡si Mendoza lo supiese! Pero desde el primer momento no le gustó la aventura del hospital ni las conversaciones que tenían Héctor y Mendoza ni lo del mendigo muerto. Le dolía no haber advertido al pobre Fran que cayó en la red de Mendoza como un pajarillo. Sin duda Mendoza lo reclutó como una advertencia hacia él "si tu nos fallas en esto no me costará sustituirte" parecía decirle con su insistencia en invitar a Fran al grupo. Para un manipulador como Mendoza no era más que un juego en que tanto él como Fran cayeron de cabeza por culpa del maldito amor propio.
Pero era un superviviente, curtido en mil batallas desde su más tierna infancia en Nador. Encendió el móvil, tenía poca batería pero una leve señal de cobertura apareció en la pantalla. Escribiría un solo mensaje y lo destruiría. No había que dar más pistas al enemigo ¡y vaya enemigo!

"... Hola, soy Hasan y este mensaje es real..."

jueves, 12 de noviembre de 2015

BIG ONE. CAP 41

Llegué al despacho haciendo eslalom por el interior de urgencias como si fuese un marine. El armario seguía entreabierto tal y como lo habíamos dejado con Hasan. Cogí los cuatro walkies con la luz de precarga en verde y los introduje en una bolsa de tela que había en el mismo armario.

- Hola. Aquí una llamada urgente desde el hospital de Manresa. Contesten por favor.

Nada. El walkie emitía un leve sonido y sin duda funcionaba correctamente, pero no hubo respuesta. Cambié la frecuencia pero era igual, no había contacto con el exterior.
Cogí la bolsa y volví hacia el interior. Al menos nos servirían para comunicarnos entre nosotros.
¡Si nos volvíamos a encontrar!

jueves, 5 de noviembre de 2015

BIG ONE. CAP 40

En el parking había sucedido todo muy rápido ¿dónde estarían los demás?
Héctor ayudó a Mendoza a sentarse, la rodilla se había hinchado una barbaridad y ahogaba como podía los gritos de dolor. Habían subido por la escalera a toda prisa seguidos de cerca por aquellos seres irreales. Entraron en la planta -1 donde había aquellas salas con consultorios y se refugiaron en uno de los últimos despachos de la izquierda de la sala de espera. Pero ellos también habían entrado. Héctor no necesitaba verlos, sentía su energía de manera natural.El dibujo de su brazo se había convertido en una especie de medallón ahora en relieve que actuaba como un auténtico sensor.
De golpe empezó a oír como las puertas del otro lado se abrían y cerraban bruscamente. Héctor hizo una señal de silencio a Mendoza que seguía el ruido sentado en el suelo de la consulta.

- Venga, hay que moverse. Dijo Héctor mientras le ayudaba a levantarse de nuevo.

Los despachos se comunicaban por puertas intermedias, por lo que se podían desplazar sin necesidad de volver a la sala central. En ese momento Mendoza se desequilibró y se desplomó al intentar apoyarse en una camilla que a la vez golpeó bruscamente contra la pared de la consulta. El ruido de puertas del otro lado se detuvo de golpe.

- ¡Tenemos que darnos prisa, tenemos que darnos prisa! Gritó ahogadamente Héctor.

Empezaron a correr abriendo y cerrando puertas atropelladamente mientras oían como la última puerta de su fila de despachos se abría con estrépito.

viernes, 30 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 39

Subía las escaleras a toda velocidad pero ¿hasta dónde? mis compañeros no podían andar lejos. Al llegar a la planta -2 apunté la linterna y miré por el ojo de buey de la puerta, todo estaba oscuro. "Aquí no pueden estar" pensé para mí. Seguí hacia arriba, si entraba en la -1 al menos podía ir hacia el hall central y de allí a la zona cero. Miré por el ojo de buey nuevamente y en ese momento justo pasó, ¡la linterna había enfocado un rostro a menos de un palmo de la puerta! Caí hacia atrás y me quedé sentado en el suelo paralizado ¡Me había visto seguro! Mi corazón galopaba a toda velocidad. Volví a bajar, al principio arrastrándome y después a más velocidad. Tenía las piernas agarrotadas, casi no me respondían, como en los sueños en que intentas correr y no puedes. Oí como la puerta del -1 se abría y entré como lanzado por un resorte en la planta -2. Corría por el pasillo agarrado a la pared sin querer mirar atrás, La puerta del -2 se abrió también. El golpe seco con el que se cerró denotaba que quien había entrado tenía prisa. Entré en uno de los bloques de urgencias, al pararme noté el sudor que empapaba todo mi cuerpo, fue entonces cuando me acordé de los walkies.
¡Tenía que reaccionar rápido!

viernes, 23 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 38

El coche rugía a toda potencia, la valla no aguantaría la embestida con toda seguridad. El hueco de la salida se hacía cada vez mayor. De golpe algo se interpuso en nuestro camino.

- ¡Cuidado! Gritó Héctor antes de protegerse el rostro con los brazos.

Mendoza pegó un volantazo hacia la izquierda y el coche se estampó sin remedio en una de las columnas. Hasan y yo sufrimos los efectos de la brusca desaceleración como una gran ola que nos empujase desde detrás.
Salí del coche como pude, completamente mareado, mis compañeros pudieron salir también, Mendoza cojeaba ostensiblemente.
Me levanté y vi lo que Mendoza se encontró. Era tres hombres, o tres figuras humanas, oscuras, allí inmóviles. Se giraron y empezaron a caminar hacia nosotros.

- ¡Corred, corred ostia corred! Gritó Mendoza medio loco.

Me di la vuelta y ¡me había quedado sólo!
Empecé a correr hacia la puerta pero tres hombres más salidos de la nada se dirigían haci allí. Por un momento me quedé parado, agachado y encogido. Divisaba el agujero hacia la planta inferior "¡ni loco!" pensé para mí. En aquel momento tuve una iluminación "si hay una rampa para bajar, hay una rampa para subir" Me dirigí corriendo hacia la pared contraria de donde estaban los coches, la fuí siguiendo con la mano sin dejar de estar agachado guiándome por las luces de emergencia que extrañamente se habían encendido ¡y la encontré! De repente las luces empezaron a elevarse, subí hasta la planta -4, nadie parecía seguirme, ni rastro de mis compañeros. Entré en el pequeño hall hacia las escaleras de vuelta al hospital.

sábado, 17 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 37

La reja. Una reja semitransparente de esas plastificadas cubría el hueco de salida. Mendoza empezó a patearla y golpearla pero se movía sin romperse como si fuese una manta. Finalmente se detuvo y enfocó hacia el interior.

- Los coches. Seguidme.

Nos dirigimos corriendo hacia la zona interna del parking. Por el camino apareció una boca negra como una sima, era la rampa hacia la planta inferior que no estaba terminada. Un escalofrío recorrió mi espalda, las peores escenas de mis pesadillas de verano se hacían realidad. Llegamos a los coches, Mendoza entró en el primero de ellos sin vacilar.

- Si alguien puede poner en marcha estos coches, a parte del Vaquilla, ese es Mendoza. Dijo  Hasan a modo de confesión ¡Vaya elemento ese Mendoza!

- ¡Enfocadme, enfocadme! Empezó a gritar Mendoza sentado en el asiento del conductor.

- Héctor, tráeme tus tarjetas. Los coches también tienen lectores magnéticos.

Aquellos minutos de espera se me hicieron eternos pero finalmente el coche hizo un ademán de ponerse en marcha hasta que a la cuarta los faros se encendieron y el coche arrancó.

- ¡Subid rápido!

No tuvo que ordenarlo dos veces.
El coche salió con violencia. Mendoza empezó a girar el volante de un lado a otro dirigiéndose hacia el fondo del parking. Hizo el último giro y encarado hacia la salida empezó a estirarlo. Hasan y yo nos agarramos tan fuertemente como pudimos a las barras laterales del vehículo previniendo el más que cercano choque con la valla. Era el todo o la nada.
El último cartucho hacia la libertad.

jueves, 8 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 36

Llegamos a la planta -5 siguiendo a Héctor y a Mendoza a la carrera. Yo centraba mis esfuerzos en no separarme de Hasan.
En la entrada había un pequeño hall acristalado desde donde se entraba a una extensa planta llena de columnas. Enfoqué hacia el suelo, las plazas de aparcamiento estaban perfectamente dibujadas, en las paredes pequeñas y tenues luces de emergencia  señalizaban las vías. Ya hacía rato que Héctor y Mendoza se habían perdido en la oscuridad.

- Mira. Dijo Hasan enfocando hacia el final de una de las paredes.

5 coches de aspecto militar estaban aparcados junto a la pared. No estábamos solos.

- ¿Dónde está Héctor y Mendoza Hasan?

- Tenemos que ir en esta dirección, seguramente la salida está detrás de la pared central, vamos Fran. Dijo Hasan moviendo la linterna.

Nos adentramos en la oscuridad de la planta. Yo no veía más que columnas que parecían querer cruzarse en nuestro camino. Detrás de la pared central apareció otra planta llena de columnas. Al fondo, se veían dos linternas que enfocaban una estructura de la pared: la puerta de  salida ¡por fin!
Nos acercamos. Al lado de la puerta Héctor luchaba denodadamente con un lector de tarjetas mientras Mendoza lo iluminaba con las dos linternas. El deseo de largarnos nos unía a todos por igual.
Se oyó un leve pitido seguido de un fuerte "clac" La puerta empezó a elevarse lentamente, las pulsaciones de mi corazón también.

- ¡Ya sube, ya sube! Exclamó Hasan cogiéndome de la espalda.

La puerta se elevó sin dificultad y la luz del exterior entró de nuevo en nuestras vidas.

Con un matiz...

jueves, 1 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 35

- ¿Diga?

- Novedades Jefe.

-¿Sí?

- Han abandonado la sala y han cogido la escalera anterior.

- ¿Hacia dónde?

- Directos a la boca del lobo jefe.

- ¿Y el Alfa?

- En posición ¿Qué le ordeno?

- "Wait and see". A ver como reaccionan.

- De acuerdo, de momento no actuaran a no ser que sea necesario.

- Sí claro. Mantenme informado. Poned en marcha la iluminación de emergencia, los seguiré por las cámaras a partir de ahora.

Colgó el teléfono negro. La noche era espléndida, le recordaba las noches en el Yucatán siempre cubiertas de miles de estrellas. Allí, siempre con el doctor Wilson, su jefe, su mentor, su auténtico maestro. Cuando cansado de ver siempre lo mismo en el servicio de neurología del pequeño hospital de la pequeña Manresa cogió sus cosas y se fue a hacer las américas al memorial de Huston. Allí su mundo se transformó, mejor dicho Artur Wilson transformó su mundo. Le habló del cerebro humano como nadie lo había hecho antes, de sus inmensas capacidades y de cómo potenciarlas. No era ya la neurología de la enfermedad sino la del superhombre, una nueva especie, el hombre telepático y era real y posible. Wilson le reveló sus estudios secretos sobre los Mayas, el Hunab Ku, el hombre integrado en el universo y permanentemente conectado con su Holos, el cerebro universal y único, la Gnososfera. El se convirtió en su Alach Vinik, su lugarteniente, su elegido y juntos exploraron el mundo oculto de los Mayas durante años de interminables viajes a Mesoamérica. Hasta aquel fatídico dia en que su maestro fue encontrado muerto dentro de su coche en una cuneta cerca de Alburquerque. Enseguida comprendió y volvió a Manresa con la excusa de dirigir el nuevo hospital que se estaba construyendo. Pero ellos le siguieron y contrariamente a lo que pensaba, no era para matarle sino para ofrecerle un trato irrechazable: convertirse en el sumo sacerdote de los nuevos superhombres. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea genial ¿Porqué no allí? ¿Quién podía sospechar de un pequeño hospital en crisis y de una NIM city como Manresa? ¿Dónde estaría más seguro? Los propietarios del hospital, acuciados por la crisis y una deuda imposible de refinanciar, accedieron ante las medias explicaciones que les ofreció. La oferta económica suponía su salvación. Tenía las manos libres.
Puso en marcha el ordenador. Aparecieron las imágenes de las cámaras del edificio. Había llegado el momento de probar a Alfa, su Batab, su creación.
"Artur va por tí" dijo elevando la copa de coñac hacia las estrellas.

jueves, 24 de septiembre de 2015

BIG ONE. CAP 34

Y allí estaba yo, dirigiéndome a mi peor pesadilla: el parking. Mi aversión por los aparcamientos venía de muy lejos, concretamente de cuando me perdí en uno de infecto de la plaza Urquinaona de Barcelona a los cuatro años. Los momentos que viví han formado siempre parte de mis peores sueños.
Entramos por la puerta de las escaleras que conducían hacia el infierno. Miré a Hasan, estaba igual de preocupado que yo. Llegamos a la planta -4 y Héctor y Mendoza seguían bajando.

- Ehh ¿Dónde vais? Grité con desesperación.

- Planta -5, donde hay la salida -dijo Mendoza- no te separes de Hasan. Añadió.

Los vi bajar a toda marcha mientras Héctor iba buscando dentro de su bolsa.
La cosa iba en serio, pero que muy en serio.

jueves, 17 de septiembre de 2015

BIG ONE. CAP 33

Hasan empezó a pasar pantallas.

- Son inducciones, 6 en concreto. Dijo Héctor.

- Sí pero mirad las fechas.

Nos acercamos todos a la pantalla.

- ¡El primer escáner tiene fecha de anteayer! Dije horrorizado.

- Eso me cuadra con lo que vi en el área de urgencias, seguramente allí los prepararon. Dijo Hasan.

- Y no podemos descartar que aún sigan dentro. Dijo Mendoza.

- Es muy probable, el proceso de inducción precisa tiempo. Dijo Héctor.

- Al menos ya sabemos para qué servían los vehículos del parking. Dijo Mendoza.

- ¿Pero porqué hacen esto, porqué? -dije yo con evidentes ganas de romper a llorar. no tiene sentido, nada de esto tiene sentido ¡ joder!

- Sí lo tiene Fran. Dijo Héctor mientras seguía inspeccionando el resto del panel.

Se hizo otro silencio. Héctor prosiguió.

- La guerra. Antes de las batallas se sometía a los guerreros Mayas al Hunab Ku para asegurar su determinación y absoluta fidelidad a su pueblo y su causa.

- Sigo sin entender. Dije yo.

- Guerreros que no tienen ningún miedo, que conocen perfectamente sus órdenes sin margen de error y las ejecutan sin dudar, con un estado de hiperconsciencia que les mantiene absolutamente atentos y concentrados en el objetivo, sin cansancio ni sufrimiento, hasta la victoria o la muerte. El ejército perfecto.

- ¡Sí anda! el soldado universal parido en Manresa la gran ciudad mundial de las artes y las ciencias de la guerra. Dije yo volviendo a activar mi enfado en modo cínico.

- ¿Porqúe no? -respondió Mendoza- Somos los del Timbaler del Bruc.

- Es que es para mear y no echar gota. Dije yo absolutamente superado por una sucesión terrible de acontecimientos sin sentido. Había agotado ya mi capacidad de adaptación, me sentía vacío del todo.

- Piensalo bien Fran -dijo hasan en su enésimo intento de devolverme a la realidad- ¿Quién puede sospechar que esto se está llevando a cabo en una NIM city como Manresa?

- ¿NIM city?

- "Not In the Map" Fran ¿Quién coño conoce la existencia de Manresa?

- Ni tu sabías donde estaba antes de venir. Dijo Mendoza con una media sonrisa.

Cuanta razón tenían.

- Nadie dice que sea el único sitio del mundo donde se estén llevando a cabo inducciones, pero por algún motivo éste ha sido elejido. Dijo Héctor en una nueva demostración de su infinito sentido común.

- Seguramente estará bien pero que bien pagado y con la crisis que hay....  Remató Hasan.

- ¿Y quién puede financiar una historia como esta? Volví a preguntar.

- El ejercito de los Estados Unidos, por ejemplo. Dijo Mendoza.

- O la CIA. Dijo Héctor.

- De hecho ya no importa, qué más da quien nos esté dando por el saco ¿Nos vamos ya a buscar la salida?

Fue la primera vez en que realmente me hacían caso.

viernes, 11 de septiembre de 2015

BIG ONE. CAP 32

Hasan estaba delante de una gran pantalla de ordenador ante lo que parecía un panel de control con informaciones e imágenes.

- Son historiales clínicos, el panel sigue el mismo patrón que el del hospital. Dijo mientras iba pasándolos.

- ¿Cómo has entrado ahí? pregunté.

- Con una clave del hospital "of course". Dijo Hasan orgulloso.

- No hace falta que pregunte como la conseguiste.

- Ah! fácil, una tarde por urgencias y un poco de atención. Pensé acertadamente que nos podría ser útil. Volvió a atender al ordenador.

- Fijaos, sólo hay pruebas de imagen, ni un análisis, ni radiografía ni nada. Dijo Hasan.

- Sí, como una especie de escáner cerebral.

- Es un SPECT concretamente -dijo Héctor- fijaos en los colores, siguen un patrón de "antes y después"

- Explícate. Pedí.

- Los escáners son esencialmente iguales, lo que demuestra que son de la misma persona excepto en un detalle.

- ¿Cual? Preguntó Mendoza igual de intrigado. Héctor alargó el dedo.

- ¿Ves esta zona del cerebro? En el segundo escáner brilla.

- ¿Anda es verdad! Dije con toda mi ingenuidad.

- Eso es una inducción.

- ¿De qué hablas Héctor? Pidió Mendoza.

- De que les han estimulado esta área del cerebro con una intención concreta.

Seguimos todos en silencio por lo que Héctor continuó.

Teniendo en cuenta la zona del cerebro yo apostaría que intentan controlar su voluntad.

- ¿Cómo pueden hacer eso Héctor? Pregunté yo. Todo me parecía terriblemente irreal.

- Con un campo magnético Fran. El que yo captaba cada vez que pasaba cerca del edificio.

- Y el que te hizo pedirnos entrar. Dijo Hasan. Héctor asintió.

- ¿Cómo podías captarlo desde el exterior Héctor? Pregunté.

- Muy sencillo Fran, simplemente porque estaba en la misma longitud de onda que mi cerebro más profundo. Yo soy electrosensible, una cualidad muy difícil de explicar pero que tengo ya grabada en mis genes.

- Y en tu brazo. Dije señalando el tatuaje de su muñeca derecha. Coincidía totalmente con el dibujo del panel.

- La misma que se utilizaba en las ceremonias del Hunab Ku. Dijo Mendoza.

- Hace unos meses empecé a notar unas pulsiones dentro de mí. Hacía como que no existiesen pero al final vi que eran reales y que coincidían con las que mi abuelo, el último sacerdote de la familia antes que yo, me había contado. No tardé en relacionarlas con este edificio y no estaba equivocado.

- ¿Pero si lo sabías seguro porque no lo explicaste desde el principio?

- No estaba seguro del todo, no lo percibía con claridad y a veces ni lo percibía, algo lo interfería y ese algo era el campo magnético del láser externo. Ahora todo cuadra.

- Y tanto que cuadra -dijo Hasan que seguía leyendo el ordenador- Mirad esto.

jueves, 3 de septiembre de 2015

BIG ONE. CAP 31

Sonó de nuevo el móvil negro.

- ¿Cómo va?

- Alfa está dentro jefe.

- Sí, lo sé.

¿Dónde están nuestros intrusos?

- En la sala central.

- ¿En la sala central, pero cómo...?

- Han hecho saltar la cerradura magnética. Auténticos profesionales.

Se hizo un largo silencio.

- Son espías seguro.

- No lo sabemos jefe.

- Da igual pero dadas las circunstancias tenemos que tratarlos como tales.

- ¿Y si al final nos pasa como con el vagabundo?

- Sitio incorrecto momento inadecuado. Nadie les llamó para que vinieran.

- ¿Entonces...?

- Entonces hay que neutralizarlos y punto. No nos podemos permitir problemas en esta fase de la operación. Comunica con alfa.

- Eso es fácil pero nadie sabe aún como responderán las unidades.

- Que esté lo más cerca posible para la inducción. Que los intrusos estén distraídos en la sala central nos favorece, dejadlos tranquilos allí.

- En principio todo tiene que funcionar pero el sitio no sé si es el más adecuado para...

- No lo es -interrumpió- pero na hay alternativa. Además, quiero una operación limpia, nada de armas, no nos podemos permitir una carnicería.

- Sí, no sé como se lo tomarían en la central.

- Yo me encargo de informar a Austin, no te preocupes.

- De acuerdo jefe, lo pongo en marcha.

- Contrólalo todo de cerca y tenme informado.

- A la orden.

miércoles, 26 de agosto de 2015

BIG ONE. CAP 30

Nos acercamos lentamente hacia el panel, Héctor bajó los brazos parecía de vuelta de una experiencia trascendente.

- Mis abuelos me habían hablado de esto pero no pensé nunca que lo podría vivir en persona. Dijo sin dejar de mirar la figura rojiza.

- ¿Antepasados? pregunté yo. Ya no temía la reacción de nadie, ya no me consideraba un novato inexperto y temeroso, así que me acerqué a Mendoza más decidido que nunca.

- Amigo Mendoza ya va siendo hora que me expliques, que nos expliques -dije girándome a Hasan- que hacemos aquí.

Esta vez Mendoza no se enfadó, cruzo la mirada con Héctor que volvió a asentir.

- Esta bien Fran -lo de novato parecía que se iba alejando- no te habíamos dicho nada porque no podíamos estar seguros de lo que Héctor nos explicaba. Entramos en este edificio porque Héctor nos lo pidió. Desde que lo cerraron Héctor empezó a captar algo, algo distinto, como si dentro o alrededor se estuviese creando una especie de espacio telepático.

Hasan y yo nos quedamos mirándole con la mirada vacía.

- Una zona de consciencia común -aclaró Héctor- una gnososfera, lo que nosotros llamamos el Hunab Ku.

- ¿Quienes sois vosotros Héctor? -pregunté directamente- la figura del chico moreno ya no me intimidaba.

- Los Mayas Fran -dijo Mendoza- Héctor es descendiente de una estirpe de sacerdotes mayas.

- Su familia es hondureña. Me aclaró Hasan en voza baja.

- ¿Me estáis tomando el pelo? Pregunté. Los tres siguieron mirándome serios.

- Nuestros antepasados lo utilizaban para conectarse con el entorno, con la naturaleza, con los astros. A través del Hunab Ku recibieron toda su sabiduría, el Hunab Ku era lo que los reconocía, les mantenía juntos, les permitía seguir siendo un pueblo unido y orgulloso. Cuando llegaron los españoles hicieron todo lo posible para destruirlo y lo convirtieron en una deidad fácilmente sustituible por su Dios y en el momento que mi pueblo renunció al Hunab Ku su decadencia fue imparable.

- ¿Y no hicieron nada para impedirlo? Pregunté absolutamente anonadado por la historia familiar de Héctor.

- Los sacerdotes se opusieron y fueron asesinados sistemáticamente por los conquistadores. Algunos sobrevivieron a la masacre huyendo y han pasado este conocimiento de generación en generación.

- ¿Me estás diciendo que estamos ante algo divino?

- No necesariamente Fran. Este poder puede utilizarse para el bien o para el mal.

- ¿Y quien lo está utilizando aquí?

- Esto es lo que estamos intentando saber Fran - dijo Mendoza- y nos va el pellejo en ello.

- Chicos mirad esto . Dijo Hasan que había bajado hasta el frontal del panel.

jueves, 20 de agosto de 2015

BIG ONE. CAP 29

- Te veo preocupado Marcos.  Dijo el doctor Martínez mientras se servía un café en la zona de descanso de urgencias.

El doctor Salcedo sentado en el sofá no dejaba de mirar el móvil. Finalmente levantó la cabeza.

- Perdona Sergio, líos de jefe de guardia.

- ¿Algo grave?

- No lo se Sergio.

- Déjame adivinar, la unidad 7.

Al oírlo el doctor Salcedo levantó la cabeza con cara de sorpresa.

- No te esfuerces compañero lo sabe ya todo el mundo.

- ¡Pues que bien!

- ¿Que pasa en este hospital Marcos?

El doctor Salcedo se encogió de hombros y continuó mirando el móvil.

- Primero y de golpe suspenden la ampliación y nos dejan colgados entre las cuatro paredes del hospital viejo sin ninguna explicación y luego el show de la unidad 7.

- Déjalo doctor Martínez, nuestra profesión ya hace tiempo que ha perdido la lógica.

- La lógica, el sentido común y el norte.

- Otra cosa Sergio.

- Dime.

- No comentes nada de lo de esta noche.

- ¿O qué?

- No preguntes, simplemente créeme amigo.

domingo, 9 de agosto de 2015

BIG ONE. CAP 28

Llegamos a la planta -3, la puerta estaba cerrada. Héctor sacó su tarjeta mágica y la pasó sobre una pieza cuadrada negra situada al lado de la puerta  mientras Mendoza la empujaba. Se oyó un pequeño zumbido y un "clac" y la puerta se abrió.

- Entremos. Dijo Mendoza.

El aspecto de la planta -3 era irreal, las paredes y las puertas eran totalmente blancas, no había ventanas ni carteles, sólo se adivinaban los pequeños cuadrados negros al lado de cada puerta. Héctor se dirigió al final del pasillo donde estaba la más grande, sacó la tarjeta y la pasó por el cuadrado. Nada se movió. Miró en su mochila y sacó dos más -evidentemente en la zona cero había estado considerando varias posibilidades- finalmente la puerta se abrió pero esta vez Mendoza tuvo que esforzarse para abrirla.
Entramos en una sala grande, vacía, inclinada hacia abajo.

- El salón de actos del hospital. Dijo Hasan parándose a mi lado, era evidente que ya había memorizado los planos del edificio.

Héctor caminaba ensimismado, como poseido, hacia el fondo de la sala donde un enorme panel con un espiral emitía una luz roja que hacia innecesarias nuestras linternas. Cuando llegó al final se paró parecía analizar la imagen del panel con curiosidad -a mí todo aquello me parecía sencillamente aterrador- se giró, miró a Mendoza que estaba a unos metros de nosotros contemplando el espectáculo con el mismo ensimismamiento y asintió con la cabeza.

- El Hunab Ku. Dijo Mendoza.

Héctor se dirigió de nuevo hacia la luz y extendió los brazos.

jueves, 23 de julio de 2015

BIG ONE CAP 27

Sonó el móvil blanco que estaba en la mesita.

- ¿Diga?

- Buenas noches y perdone las molestias. Soy Marcos Salcedo, el jefe de la guardia de hoy.

- No se preocupe doctor Salcedo ¿Dígame, qué hay?

- La supervisora de noche me ha comentado que ha visto salir un paciente de la unidad 7.

- ¿Está seguro doctor Salcedo?

- No, yo no lo he visto personalmente pero me ha parecido que era suficientemente importante para molestarle señor director. Dijo con voz cada vez más insegura.

- ¿Sabe ya dónde está o donde ha ido?

- No señor director, cuando llegó a la primera planta lo perdieron.

Hubo un momento de silencio.

- ¿Ha llamado a seguridad?

- Err no señor ¿debíamos de hacerlo? Preguntó el doctor Salcedo dando ya muestras de creciente preocupación.

- No,no. Déjelo doctor ya me encargo yo de todo. Si necesito algo le llamaré.

- De acuerdo señor director y perdone de nuevo.

- No hay nada que perdonar. Bien hecho doctor y una cosa más...

- Dígame.

- Discreción por favor.

- No se preocupe señor director.

- Discreción total doctor Salcedo, no la jodamos.

- Entendido señor, hablaré con las enfermeras.

- A eso me refería. Buenas noches.

- Buenas noches señor director.

Colgó el teléfono. Lo dejó al lado del negro, se acomodó en el sillón y volvió a coger la copa de gran reserva. Ingresar los alfa en el antiguo hospital no fue una idea brillante y tenía sus peajes pero hacerlo en un edificio oficialmente vacío aún hubiera sido peor.
Pero no todo iba mal, sin duda alfa ya estaba casi en posición.

jueves, 16 de julio de 2015

BIG ONE. CAP 26

- Seguidnos. Dijo Héctor enfilando de nuevo el pasillo hacia las escaleras anteriores.

- ¿Os habéis asegurado de no dejar nada en la zona cero? preguntó Mendoza dirigiéndose hacia Hasan y a mi.

- Ni rastro de nuestra presencia. Contesté.

- Bien.

Llegamos al final de pasillo donde había una sala de estar con las mesas y las sillas dispuestas. Las ventanas desde donde antes veíamos la calle estaban absolutamente ennegrecidas.

- Bajemos y no os separéis. Dijo Mendoza abriendo la puerta hacia las escaleras. Yo tenía la sensación de empezar un viaje sin retorno.

- ¿Vamos al parking? Pregunté yo.

- Creo que no Fran- contestó Hasan- van a investigar la zona en la que Héctor detectó algo.

- ¿Para buscar qué?

- Respuestas Fran.

- Yo que pensaba que con una salida era suficiente.

jueves, 9 de julio de 2015

BIG ONE. CAP 25

Sonó el teléfono.

- ¿Diga?

- ¿El jefe de  guardia?

- Sí, soy yo ¿con quién hablo?

- Soy Susana Díez la supervisora de noche.

- Buenas noches Susana soy Marcos Salcedo ¿qué hay?

- Hemos visto salir un paciente de la unidad 7. Dijo sin más introducciones.

Se hizo el silencio.

- ¿Marcos?

- Sí, sí estoy aquí ¿estás segura?

- Completamente.

- ¿Y a donde ha ido?

- No lo sabemos.

- ¿No lo sabéis?

- No Marcos, ha bajado a la primera planta por la escalera y cuando hemos entrado siguiéndole ha desaparecido.

- ¿De golpe?

- Sí, así sin más, se ha esfumado. Hemos mirado por todos lados y allí no estaba.

Se hizo otro silencio.

- ¿Estás segura Susana?

- Pijama naranja y pulserita de colores Marcos ¿Quién lleva eso en el hospital?

- De acuerdo, de acuerdo. Gracias por la información, si necesito algo más te llamaré.

- ¿Aviso a seguridad?

- No, no hagas nada más de momento.

- De acuerdo Marcos, buenas noches. Y colgó el teléfono.

"La puta unidad 7" pensó el doctor Salcedo para sí. Oficialmente era una unidad de ensayos clínicos sin más, pero en realidad no era así. Los pacientes ingresaban de noche y nadie conocía el personal sanitario asignado a la misma, si es que lo había. Aún recordaba la vez que intentó acceder a las historias clínicas de los pacientes de la unidad 7 por el ordenador en menos de 24 horas recibió una advertencia de la dirección médica de que no lo volviese a intentar de nuevo bajo amenaza de expediente. 
Pero no tenía la intención de cargar con el muerto de cualquier problema de la unidad 7, cogió su teléfono y marcó un número nada habitual.

jueves, 2 de julio de 2015

BIG ONE. CAP 24

Llegamos a la zona cero.

- Comed algo, no sé cuando volveremos a hacerlo. Dijo Mendoza.

Nos sentamos y empezamos a comer. Mendoza seguía de pié, allí, mirando una ventana que ya no existía. La oscuridad era total.

- Al menos no nos han quitado el aire. Dijo Hasan mientras iba comiendo frutos secos de una bolsa de plástico.

- Por ahora. Dije yo que me sentía extrañamente tranquilo ahora que finalmente tenía la confirmación a todos mis temores.

- No les des ideas Fran.

Héctor estaba sentado con el ordenador conectado con una serie de cables a un extraño artilugio.

- ¿Qué hace? Pregunté.

- Clonando una banda magnética seguramente ¿Cómo va Héctor?

- Bien creo. El magstripe es de baja coercividad y usa sólo dos pistas, funcionará. Dijo lentamente mirando una tarjeta blanca a la que había adosado una banda negra que iba probando sobre el artilugio.

- ¿Funcionará? Pregunté yo.

- Sí, es un artista de las tarjetas. No le dejes la tuya de crédito créeme. Dijo Hasan.

"Probablemente no me hará falta nunca más" pensé yo. Ni en sueños veía la posibilidad de salir de nuestra ratonera.
Mendoza se puso en cuclillas al lado de Héctor, los dos hablaban en voz baja mientras enfocaban las linternas hacia la tarjeta. Después se pusieron a repasar unos papeles, los planos que Hasan había encontrado seguramente. Finalmente Mendoza se acercó a nosotros.

- Bajaremos todos juntos -dijo- Si han metido coches en el parking es que por allí hay una salida no bloqueada.

Hasan y yo nos miramos, nuestra peor pesadilla se había cumplido, nos dirigíamos directamente a la boca del infierno.

- No me miréis así, si se os ocurre una idea mejor me la decís. Remató.

jueves, 25 de junio de 2015

BIG ONE. CAP 23

Estaba sólo, estirado en la cama de la habitación, inmóvil, inexpresivo, a penas respiraba.
La habitación estaba a oscuras, la ventana cerrada y ennegrecida por una cortina inmaterial e impalpable.
De pronto, una luz tenue de color rojo empezó a reflejarse en la pared. La luz fue aumentando de intensidad hasta dibujar una extraña forma espiral.
De pronto él se levantó, se calzó las zapatillas y salió de la habitación.

viernes, 19 de junio de 2015

BIG ONE. CAP 22

Recogimos las cosas y bajamos las escaleras hasta nuestro punto de entrada, una penumbra terrible lo cubría todo, estábamos literalmente dentro de una cueva.
Hasan llegó el primero.

- Me lo temía. Dijo enfocando la linterna hacia todas las direcciones.

- ¿Dónde está la puerta? Pregunté ya con evidente desesperación.

Mendoza empezó a golpear la pared.

- Metálico. han sellado la salida.

- Todas las salidas- dijo Hasan- la puerta de abajo también lo está.

- ¿Pero cómo? Pregunté yo.

- Seguramente desde arriba, cuando entramos no se veía ninguna ranura por los laterales. Dijo Héctor revisando la gran chapa metálica.

"No confíes en lo que parece demasiado fácil" recordé yo.

- ¿Y ahora qué? -preguntó Hasan dirigiéndose a Mendoza- Nuestro líder estaba ante un auténtico jaque.

- Quieren batalla, tendrán batalla, volvamos a la zona cero. Dijo con renovado ímpetu.

Si hay una mirada que significase que nos acercábamos inexorablemente al precipicio esta es sin duda la que le dirigí a Hasan. Mientras volvíamos a subir por las escaleras al menos sentía la tranquilidad que daba la confirmación fehaciente de que todo estaba perdido. No eran imaginaciones de un novato paranoico, todos ya sentíamos el mismo miedo.

jueves, 11 de junio de 2015

BIG ONE. CAP 21

Llegamos a la zona cero corriendo y sudorosos. Mendoza nos estaba esperando en el centro del pasillo, Héctor estaba dentro trabajando con el portátil.

- ¿Qué pasa Hasan? Dijo Mendoza viéndonos llegar a la carrera.

- Mira la ventana. Dijo Hasan girándose hacia el ventanal sin más dilación.

- Pero ¿qué coño?...

Héctor se levantó de golpe. Ellos no habían reparado en el descubrimiento de Hasan. Nos quedamos todos de pie viendo como el mundo exterior iba desapareciendo ante nuestros ojos lentamente y sin explicación.

- Ventanas de plasma, muy listos. Dijo Héctor con su tranquilidad y seguridad habitual. Realmente tenía explicación para todo.

- ¿Cómo? pregunté yo.

- Ventanas de doble cristal con líquido intermedio que se ennegrecen con un simple cambio de temperatura. Las utiliza el FBI, entre otros.

- Nosotros hemos encontrado vehículos aparcados en el parking -dijo Mendoza- Los espacios del búnker están cerrados con cerraduras magnéticas que son franqueables. Héctor está intentando diseñar una tarjeta para entrar, ha notado algo anormal allí abajo.

"Otra vez el electrosensible" pensé yo.

- Nosotros también hemos encontrado cosas en el -2. No estamos solos y creo no equivocarme si digo que saben que estamos aquí. Dijo Hasan sin dejar de respirar con dificultad.

Por primera vez vi a Mendoza dudar.

- Esto se pone feo, abortamos. Dijo finalmente.

Nunca me había sentido tan feliz en mi vida.

domingo, 31 de mayo de 2015

BIG ONE. CAP 20

Llegamos a la escalera y empezamos a subir, al llegar al nivel de la planta -1 Hasan miró por el ojo de buey de la puerta de la escalera y sin decir nada entró. Yo me quedé esperando hasta que volvió. Había perdido su tranquilidad proverbial otra vez.

- Entra Fran tengo que hacer una comprobación. Dijo abriendo bruscamente la puerta.

- ¿Qué pasa? Pregunté asustado mientras intentaba alcanzarle

- Algo acojonantemente raro y que no me cuadra.

Atravesamos corriendo el pasillo y a través de la última puerta volvimos a acceder a la parte baja del hall. Todo estaba anormalmente oscuro.

- Me lo temía.

- ¿Qué pasa Hasan?

- Mira a fuera. Dijo parándose en el hall.

Era una sensación rarísima, las luces del exterior iban desapareciendo lenta pero inexorablemente como si una capa de oscuridad cayese del cielo sobre el amplio ventanal de la entrada del edificio.

- Vamos Fran, tenemos que encontrar a los demás. Me dijo tirando bruscamente de mi brazo.

viernes, 22 de mayo de 2015

BIG ONE. CAP 19

Estaba sentado en su butaca preferida, sólo, allí con la copa de coñac gran reserva en su mano, en el salón de la amplia casa a las afueras de Manresa. Las puertas que daban al jardín con piscina estaban abiertas de par en par, había sido un día caluroso y unos meses duros. Aida, su ópera preferida, llenaba el ambiente. Un leve ruido procedente de un móvil negro rompió la paz del momento.

- ¿Sí?

- Hola jefe soy yo. Perdone las molestias.

- Queda perdonado ¿Qué hay?

- Alguien ha entrado.

- ¿Alguien?

- Bueno, concretamente cuatro.

- ¿Por dónde?

- Por la puerta de atrás, la del patio de obras.

- ¿No la habíais clausurado?

- Aún no, la utilizábamos para los residuos, pero estaba cerrada.

- ¿Con el láser?

- No, aún era muy temprano, antes de las nueve.

La magia del momento se había desvanecido. Dejó el coñac sobre la mesita, bajó el volumen y volvió a coger el teléfono después de un leve suspiro.

- Pues vaya mierda ¿Los habéis identificado?

- No jefe, llevan gorras y evitan enfocar las linternas donde no deben. No son tontos.

- ¿Espías?

- No creo, parecen muy jóvenes y no han tocado nada excepto...

- ¿Excepto qué?

- Cogieron un transmisor, ha sido la señal que nos ha puesto en alerta, lo demás estaba aún desconectado para no afectar la sensibilización.

Se hizo un breve silencio.

- ¿Tenemos unidades dentro?

- Sí jefe, estaban a punto de salir ¿Está pensando en activarlas en el mismo edificio?

- Puede.

- Pues necesitaremos un alfa.

- Sin duda pero no será fácil.

- Desde luego.

Se hizo otro breve silencio. El otro lado del teléfono esperaba.

- Oye, de momento aislalos. ya veremos que hacemos.

- A la orden.

- Tenme informado.

- Así lo haré jefe, estamos en contacto.

Volvió a coger la copa, tomó un sorbo y se lo iba paseando por la boca mientras el gran reserva iba liberando todos sus gustos y aromas "Ahora que ya habíamos acabado" pensó para sí " pero quien sabe, a lo mejor esta es la mejor manera de probarlos" pensó tragándose el coñac lentamente.

jueves, 14 de mayo de 2015

BIG ONE. CAP 18

- Nos dividiremos en dos grupos y cada uno bajará por una de las escaleras. Ordenó Mendoza.

Ahí se me volvió a acabar la paz. Nos íbamos a sumergir en la parte oscura del edificio. A donde Hasan y yo, el día de la inspección, convenimos que no sería agradable ir. Allí casi no habían ventanas ni nada que te relacionase con el mundo exterior.

- Bajareis por el lado posterior y mirareis lo que hay en el -1 y -2. Héctor y yo iremos hasta abajo del todo. Dijo Mendoza dirigiéndose a Hasan y a mí.

- ¿Cómo sabes cuantas plantas hay Mendoza? pregunté yo con retintín.

- Porqué están anunciadas en el hall de entrada novato. Dijo de manera seca y cortante.

Touché. pensé yo. No acertaba ni una. Finalmente entendí que mejor callado.

- Vamos. Dijo Hasan cogiéndome del brazo y pensando sin duda que un poco de acción sería la mejor medicina para mi creciente ansiedad. Mi mal rollo era más que evidente.

Fuimos hasta el final del pasillo y empezamos a bajar las escaleras hacia lo desconocido del edificio. Curiosamente estaba más tranquilo. Seguramente sin la presencia de Héctor y Mendoza me encontraba menos intimidado. La verdad es que no había valorado lo suficiente a mi compañero de exploración, pero también de pupitre, que no me había fallado ni una vez desde que había llegado a Manresa. Hasan era un chico callado, algo tímido pero sin duda muy inteligente y mi mejor amigo.
Llegamos a la planta -1.

- Entremos. Dijo Hasan empujando la puerta que se abrió sin dificultad.

Llegamos al otro lado del pasillo. A la izquierda unas pequeñas ventanas daban al exterior de la zona posterior. Hasan se paró dubitativo.

- Aquí tendría que haber una puerta. Dijo recordando sin duda la inspección exterior que habíamos hecho días antes.

Seguimos adelante y abrimos la primera puerta. Ante nosotros apareció una amplia sala con sillas en medio y puertas laterales.

- Adelante. Dijo Hasan.

Parecía la zona del hospital destinada a consultas. Abrimos alguna de las puertas, eran efectivamente despachos de consulta médica, algunos incluso con las mesas y armarios. Llegamos al final de la larga sala, aunque de nuevo unos ventanales nos ponían en contacto con el exterior, el silencio y el gran espacio vacío eran sobrecogedores. Seguimos lateralmente y llegamos a otro bloque de consultas, con sillas en el centro y muchas puertas en los laterales y al final la zona de recepción que comunicaba con el hall de entrada por una escalera. me alegró volver a ver los ventanales del principio. Tener contacto con el exterior en cierta manera me aliviaba. Regresamos al pasillo inicial atravesando una gran puerta anti-incendio con una ventana ojo de buey en el centro.

- Aquí no parece haber nada. Dije yo. Hasan asintió.

- Vayamos abajo. Dijo.

Entramos en la planta -2 sin dificultad. En el pasillo ya no habían ventanas como en el -1. A la derecha del pasillo se repetían las puertas anti-incendio con un ojo de buey en el centro. Los diversos bloques tenían un cierto aire de pecera. Entramos en uno. Había un control central y boxes en los laterales equipados incluso con las camillas.

- Urgencias. Dijo Hasan.

Los boxes estaban cerrados con  puertas correderas. A diferencia de los otros sitios donde habíamos estado aquí había una sensación de presencia humana reciente. Se veían objetos sobre las mesas.

- Mira. Dijo Hasan. En los cubos de basura habían restos de gasas y material médico utilizado.

Abrimos la puerta de uno de los boxes. La camilla estaba torcida y sobre la misma  sábanas  arrugadas. Nos miramos y cerramos la puerta del box. Un escalofrío me recorrió la espalda, ya no era el edificio abandonado e inerte del principio.

- Volvamos al pasillo. Dijo Hasan con cara de preocupación. A mi tampoco me quedaban ganas de seguir inspeccionando boxes.

Llegamos al final del pasillo, una puerta bloqueaba la salida al exterior de urgencias donde se veía el parquing de ambulancias por el ojo de buey. Entramos en una sala que parecía la recepción, dentro había un pequeño despacho con un armario con un rótulo de "material de urgencias" en el centro. Lo abrí.

- ¡Mira Hasan! Dije al verlo aparecer por la puerta.

- ¡No lo toques! Gritó de una manera anormalmente excitada en él al verme con el transmisor en la mano.

Volví a dejarlo en el cargador del armario donde habían 4 más junto a bolsas y armillas reflectantes.

- Que has hecho Fran ¡No ves que nos pueden localizar!

- Pero si no lo he encendido.

- No hace falta. Dijo Hasan mostrándome el punto rojo y brillante en la base de los transmisores.

- No sé Hasan, creo que exageras, además unos walkis nos irían de perlas para comunicarnos.

- No. Los dejaremos aquí. Toda precaución es poca. No confíes en lo que parece demasiado fácil Fran.

"Gran lección, sí señor" pensé yo. Si salgo de aquí habré aprendido algunas cosas nada desdeñables para sobrevivir en el mundo exterior.

- Esto sí nos puede ser útil. Dijo Hasan ojeando un dossier que estaba sobre la mesa.

- ¿Qué es?

- Los planos del edificio. Dijo mientras los ponía en su mochila.

- Vámonos Fran ya hemos visto suficiente.

viernes, 8 de mayo de 2015

BIG ONE. CAP 17

Hasan se sentó junto a mí.

- ¡Me lo tenías que haber dicho Hasan! Le recriminé.

- ¿Y hubieses venido?

- ¡Claro que no!

- Pues...

- Pero ¿porqué tenía que venir?

- Mendoza insistió mucho.

- ¿Porqué, porqué? Volví a insistir.

- No lo sé Fran, creo que era una manera de demostrarte su aprecio.

- ¿Aprecio?

- Sí Fran, Mendoza te aprecia, no me preguntes más porqué. Sabes, mucha gente nos ha pedido venir en nuestras expediciones y Mendoza siempre ha dicho que no. De hecho te ha aguantado muchas más cosas de las que suele tolerar.

- Así que el gran jefe me aprecia. Dije con una media sonrisa.

- Sí Fran y no te rías. Cuando le dije lo de tu móvil se puso en marcha sin dudar un momento y no paró hasta encontrarlo.

- ¡Carai!

- La situación aquí no es muy agradable Fran y lo entiendo pero debes confiar. Hemos salido de pollos peores créeme.

- Está bien, me tranquilizaré. Otra cosa ¿qué es eso de "siento algo muy fuerte"?

- ¡Ah! lo de Héctor.

- Sí lo de Héctor.

- Es electrosensible.

- ¿Electro qué?

- Electrosensible. Es capaz de captar campos magnéticos.

- No me lo creo.

- Pues créetelo.

- Eso no existe.

- Pues vale no existe.

Nos quedamos unos segundo en silencio que aproveché para beber un sorbo. No paraba de ir de sorpresa en sorpresa.

- ¿Y eso? Pregunté finalmente.

- Es una larga historia. Dijo Hasan después de beber también.

- Se acabó la conversación chicos - dijo Mendoza que hasta el momento había estado planeando la estrategia con Héctor- nos vamos abajo.

jueves, 30 de abril de 2015

BIG ONE. CAP 16

Me senté en un rincón de la sala que constituía la zona cero, me quité la gorra con alivio, era una noche calurosa, ya había anochecido completamente, desde el ventanal se veía a lo lejos las luces de la calle ¡lo que hubiera dado por estar fuera! Cogí una barrita energética y empecé a comer.

- No gastes las provisiones novato, la noche va a ser larga. Me dijo Mendoza intentando sacarme de mi ensimismamiento y recuperarme para el grupo. El sabía que escondiéndome la muerte del vagabundo de alguna manera me había engañado. Yo ni respondí. Héctor siguió comentando la jugada.

- Está claro que protegen el edificio porque contiene algo valioso, algo importante. Tenemos una noche para descubrir qué es.

- Y donde está - dijo Hasan- porque hasta ahora no hemos visto más que sitios vacíos.

- Realmente parece como si hubiesen detenido la construcción del hospital para dedicarlo a algo mejor, algo más importante para ellos.

- ¿Ellos, quienes? -pregunté yo explotando- ¡Sabéis, sois una pandilla de putos paranoicos!

- Sabiendo lo que hay aquí seguramente descubriremos a quien le puede interesar Fran. Me dijo Hasan suavemente en un evidente intento de rebajar mi enfado.

- Yo tengo claro donde tenemos que mirar. Dijo Héctor.

- En el bunker. Dijo Mendoza. Héctor asintió con la cabeza.

- Tenemos que encontrar la manera de bajar a los niveles subterráneos. Dijo Héctor.

- Quince minutos para descansar, ordenar las cosas, beber algo y nos vamos- ordenó Mendoza con voz de intendencia- Héctor ven, tenemos que hablar.

domingo, 26 de abril de 2015

BIG ONE. CAP 15

- Los ascensores no pueden ser, no funcionan. Dijo Mendoza pulsando la botonera.

Yo no entendía nada.

- Hay una cámara. Dijo Hasan señalando un objeto semiesférico que se adivinaba en el techo.

- No, procede del exterior. Dijo Héctor, allí inmóvil como un tótem y con los ojos cerrados.

Nos dimos la vuelta, vimos como unos haces rojizos, casi imperceptible para la vista iban atravesando el espacio exterior de lado a lado de la pared.

- De allí salen. Dijo Hasan señalando unos orificios agrupados repartidos por la pared.

La imagen era irreal.

- ¿Son defensivos? Preguntó Mendoza.

- No pero crean un campo magnético muy fuerte y seguramente están alrededor de todo el edificio. Dijo Héctor.

- Por eso murió el vagabundo. Dijo Hasan.

- ¿Quién murió? Pregunté yo.

- Sí Hasan -contestó Héctor sin reparar en mi estupor- un campo magnético de tal magnitud puede ser insoportable para una persona delicada del corazón. Recuerda que atribuyeron su muerte a una parada cardíaca y no a un accidente.

- ¡Me lo podíais haber dicho! Dije yo con un enojo evidente.

- ¿Decirte qué? Respondió Mendoza sin dejar de mirar el espectáculo.

- ¡Lo del mendigo!

- Salió en el periódico local novato pero claro, tu tienes la cabeza en pijolandia. Dijo Mendoza sin duda ya harto de mis reclamaciones.

- Por eso nos interesó este B1 Fran -dijo Hasan- una muerte siempre encierra algún misterio.

- No te estreses novato- dijo Mendoza- seguro que el láser sólo funciona de noche. Volvamos a la zona cero.

Atravesando el pasillo mi enfado iba en aumento. No podía dejar de repetirme que tenía que haber hecho caso a mi sentido común desde el principio, el mismo que ahora y de manera evidente me repetía que algo iba mal, muy mal.
Llegamos a la zona cero, contrariamente a lo que podía esperar el trío de mosqueteros discutían apasionadamente sobre el posible origen del láser. Sus ojos brillaban de excitación, no había miedo por ninguna parte, de alguna manera habían encontrado el elemento morboso activador que les permitía poner en marcha su imaginación una vez más.
Como quien toma la dosis de su droga.

domingo, 19 de abril de 2015

BIG ONE. CAP 14

Justo detrás nuestro había un pasillo que se adentraba en el edificio. Al final del mismo encontramos la puerta de la escalera. Empezamos a subir en una lenta y silenciosa profesión. De vez en cuando Mendoza detenía el grupo y se separaba intentando escuchar alguna cosa. No se oía ni un alma. Al llegar al segundo piso una pared recia impedía seguir hasta arriba.

- Hasta aquí hemos llegado. Dijo Mendoza, y orientó la linterna hacia la puerta que se abrió sin dificultad.

Entramos en un corto pasillo con unos amplios ventanales, reconocí el lugar, estábamos en la base de la "U". Hasan apagó su linterna y se acercó al ventanal.

- Mira Mendoza, la tercera rama se hunde. Dijo mirando hacia abajo.

- Ya veo, un auténtico bunker. Dijo mirando el techo de la prolongación extra que partía de la parte inferior del edificio.

Al doblar la esquina hacia la derecha apareció un largo pasillo. Empezamos a caminar tranquilamente, era una planta de habitaciones, llamaba la atención que todo estaba preparado para su funcionamiento, las habitaciones estaban completas: lavabos, tomas de oxígeno y las camas cubiertas con un plástico a punto de estrenar. Llegamos a la mitad del recorrido, allí estaba el mostrador del control de enfermería, detrás la zona de medicación y despachos con amplios ventanales hacia la parte anterior del edificio, a fuera aún no se había hecho de noche completamente. Por detrás había un pasillo paralelo, lo seguimos, se veían puertas de despachos y un almacén, al final llegamos a una zona con ascensores que terminaba en una pared también blanca, la que separaba la parte nueva de la antigua del hospital. Mendoza se paró mientras miraba al exterior.

- Está bien esta zona pero estamos demasiado elevados, vayamos a la planta inferior.

Volvimos al puesto de control y terminamos de andar el resto de pasillo hasta el otro extremo, al final había una sala muy amplia con ventanas que daban directamente a la calle, ya se habían encendido las luces, se veía la gente y los coches circular pausadamente, me preguntaba si alguien reparaba en nosotros ¡estábamos tan cerca y a la vez tan lejos! Como era de esperar encontramos una escalera gemela a la que habíamos subido, llegamos al piso de abajo y otro largo pasillo con habitaciones se abrió ante nosotros y al control, de estructura idéntica al piso de arriba y con el mismo pasillo interior. Desde el ventanal se veía el techo del hall de entrada y la zona ajardinada a medio terminar de la parte anterior del hospital. A lo lejos otra vez la calle. La oscuridad interna daba al exterior una gran claridad.

- Creo que sería una bona zona cero. Dije yo adelantándome al pensamiento de mis compañeros.

- El novato tiene razón, desde aquí dominamos el exterior, podemos bajar y subir sin dificultad y estamos justo sobre la entrada principal, y además no hay cámaras. Dijo Héctor.

- Y nadie nos verá. Remató Hasan quitándose la gorra un momento.

- Bien por tí Fran - dijo Mendoza sonriendo- dejaremos las cosas aquí, nos sentaremos, reposaremos y haremos planes para esta noche.

- ¿Qué os parece si vamos también hasta el final del pasillo? Dijo Héctor enfocando la linterna hacia el estrecho y oscuro pasillo interior.

Sin decir nada dejamos las bolsas que ya empezaban a ser molestas y seguimos el pasillo que, igual que el de arriba, conducía hasta la zona divisoria del edificio, con los ascensores y la pared blanca.

- Noto algo muy fuerte. Dijo Héctor rompiendo el silencio reinante.

viernes, 10 de abril de 2015

BIG ONE. CAP 13

Mendoza advirtió mi cara de satisfacción, se acercó a mi lado y poniendo su mano sobre mi hombro se dirigió al resto del grupo.

- Tenemos un par de horas como mucho para explorar el edificio y establecer la zona cero.

- ¿La zona cero? Pregunté yo.

- Sí -dijo Hasan- el punto de encuentro, el campamento base, el sitio donde tendremos nuestras cosas, donde descansaremos y donde nos podremos encontrar porque todos sabremos donde está.

- ¿No iremos todos juntos siempre? Pregunté yo preocupado.

- No necesariamente Fran. Cuando localicemos la zona cero podremos dividirnos en dos equipos. Lo que es seguro es que no estarás nunca sólo, no te preocupes. Dijo Héctor con su voz grave y tranquila.

- Propongo que busquemos las escaleras, subamos hasta arriba y vayamos bajando planta por planta. Dijo Mendoza.

- Buena idea, así podremos explorar las zonas cercanas a las ventanas antes de que aochezca del todo y sin tener que abrir las linternas, necesito ver el exterior para tener referencias. Dijo Hasan.

- ¡A qué esperamos! Contesté yo decididamente.

Los tres mosqueteros se pusieron a reír ante mi inesperada determinación. Fue la primera vez que vi a Héctor hacerlo.

viernes, 3 de abril de 2015

BIG ONE. CAP 12

Llegué a la carrera a la rotonda que había delante del convento de santa Clara. Allí estaban todos, con la misma excitación en la cara que debía traer yo.

- Vamos, no hay tiempo que perder. Dijo Mendoza poniendo el grupo en movimiento sin dejarme ni saludar.

Yo seguïa al grupo, que se movía a la marcha con firmeza militar, en el último lugar. Llegamos al final del edificio, no se veía nadien en la calle ni en los balcones. Hasan trepó por el muro negro que separaba el edificio de la calle y después por la valla, se veía que no era la primera vez que lo hacía. Su figura, con el ropaje oscuro, aún se adivinaba más delgada.

- ¡Vamos, vamos! Gritó de manera sorda desde lo alto de la valla.

Poco a poco fueron subiendo el resto del grupo. Yo llegué resoplando y con un poco de dificultad. Hasan esperaba para darme la mano.

- Venga novato. Me dijo dándome una palmadita en la espalda.

Llegamos a un patio de tierra con materiales abandonados de la obra. Hasan tenía razón, allí ya nadie nos podía ver desde la calle. Héctor y Mendoza empezaron a mover la bastida poniéndola debajo de la plataforma. Hasan subió de un salto, sacó una cuerda de su mochila y la pasó por la barandilla, comprobó si era segura y en un momento trepó hasta la plataforma, le siguió Héctor que al llegar arriba empezó a analizar la puerta. Mendoza me empujó hacia delante invitándome a subir el siguiente. Todos protegían al novato. Allí empecé a ver que no eran tan inconscientes como parecían.
Ya arriba ví como Héctor sacaba una pieza cuadrada de la mochila de Hasan, la movía por el centro liso de las puertas hasta que sonó un ruido metálico como un "clac", empujó con fuerza y las puertas se entreabrieron, Mendoza se giró con evidente cara de satisfacción.

- Son simples puertas provisionales con mecanismo anti-incendios, ningún problema. Dijo Héctor.

- Nada se resiste a un buen imán. Comentó Hasan a mi lado.

Entramos en un pasillo de paredes blancas que por la derecha se terminaba a unos quince metros.

- No podemos acceder a todo el edificio, probablemente la parte posterior está aún sin obrar. me comentó Hasan en voza baja.

- Las linternas preparadas señores, y pónganse las gorras. Ordenó Mendoza.

Abrí la mia y enfoqué hacia delante. Hasan me cogió de la muñeca.

- Enfoca siempre al suelo, hacía delante sólo cuando haga falta y nunca hacia arriba. Me dijo soltándome suavemente.

- Oye Hasan. ¿Porqué llevamos gorra?

- Por las cámaras novato, están siempre en el techo. Dijo sonriéndome.

¡Joder con el comando!
Seguimos unos metros, el edificio se veía prácticamente acabado, con las puertas, los cristales y las luces colocadas. Al final del pasillo Mendoza empujó una puerta anti-incendio gruesa y pesada, llegamos a un gran hall, sin duda el de la entrada principal. había algunos muebles - un mostrador, sillones, mesitas- que se habían quedado allí sin desembalar, esperando una inauguración que no se produciría. Por unas amplias escaleras bajamos a la zona inferior, delante nuestro un gran ventanal nos mostraba la calle desde donde habíamos partido.

- Apaguen las linternas. Dijo Mendoza con solemnidad.

Apagamos las linternas, por los ventanales entraba filtrada la luz de la tarde otoñal dándole a todo un aspecto irreal, casi mágico.
En aquel momento yo empecé a entender.

viernes, 27 de marzo de 2015

BIG ONE CAP 11

No fue difícil convencer a mi padre que me dejase ir aquella noche "a dormir a casa de un amigo" Finalmente mi madre le había convencido a él para ir a Barcelona y tener una reunión con los nuevos amos de su antigua empresa que el abuelo había organizado convenientemente. A penas sí pude comer algo al mediodía. Me pasé la tarde tumbado en el sofá delante de la tele jugando con el mando a distancia. Mi mente estaba en blanco, más de una vez y de dos estuve tentado de llamar a Hasan y retirarme del asunto con cualquier excusa tonta. Finalmente llegó la hora y me levanté como empujado por un resorte invisible.

viernes, 20 de marzo de 2015

BIG ONE. CAP 10

Dos días antes del B1 llamé a Hasan y quedamos en vernos por la tarde en una terraza del paseo de Manresa. La verdad es que la espera se me estaba haciendo eterna.
Evitamos hablar del tema, estuvimos charlando de cómo les habían ido los exámenes de Setiembre, de mi vida anterior en Barcelona y del hermano pequeño de Mendoza - Nuno se llamaba- Hasan me contó que cuando metieron en la cárcel al padre de Mendoza los monjes del hospital se hicieron cargo del niño y durante la semana vivía con otros niños con problemas en una casa que hay al lado del hospital y que parece sacada de otros tiempos - la casa de la Culla- que ahora ya no se utilizaba. Mendoza tuvo que hacerse mayor de golpe y pasar a dirigir una situación familiar que se le escapaba de las manos a su pobre madre josefina, "la Jose" como le llamaba todo el mundo, que suficiente hacía con deslomarse a trabajar de la limpieza. Los Mendoza eran una familia minera de Sallent bien conocida y que, como tantas, había sucumbido al drama de la droga. De ahí le venía a Mendoza su fortaleza y su carácter, las circunstancias le obligaron a que sus pensamientos se tuviesen que convertir en decisiones y en acciones sin dilación. La dureza de la desgracia esculpió a un líder que en el fondo todos admiraban.

viernes, 13 de marzo de 2015

BIG ONE. CAP 9

Finalmente la semana del gran día llegó.
Desde el Lunes tenía sobre la mesa de mi cuarto lo que Héctor nos había encargado: la ropa más oscura que tuviese -chaqueta fina, jersey, camiseta y calcetines de deporte- unos guantes ni finos ni gruesos, una gorra negra (no sabía porqué) un calzado cómodo, resistente y por supuesto también oscuro (que fue lo único que me compré) una linterna halógena con recambio extra de pilas alcalinas y una bolsa resistente e impermeable. La única comida permitida era una ampolla de agua sin gas (y sin peligro al ser abierta) aliñada con zumo de limón, azúcar y sal (por lo de reponer energía y pérdidas por sudoración) barritas energéticas y frutos secos (que no dejan restos) un poco de papel higiénico y algunas tiritas y lo más importante y fundamental: nada de móviles.
En ningún momento mi padre me preguntó qué hacía todo aquello sobre la mesa de mi habitación. Me había visto con los mosqueteros por la calle y en el fondo le aliviaba que hubiese encontrado amigos (ni que fueses "esos" amigos) Además mi madre le había estado llamando insistentemente, los nuevos propietarios de su antigua empresa -uno de esos fondos de inversión- habían echado a la dirección que lo había despedido y la probabilidad de recuperar su antiguo empleo era más que una posibilidad. No me había comentado nada porque en el fondo y a pesar de todo se le veía cada vez más feliz con su nuevo destino. En Manresa, y después de muchos años, mi padre había encontrado la tranquilidad. A lo mejor no había sido tan malo todo lo que nos había pasado.
Pero esto yo no lo podía saber hasta que llegase el sábado.

viernes, 6 de marzo de 2015

BIG ONE. CAP 8

- Es perfecto. Dijo Héctor mientras Mendoza asentía con la cabeza.

Estaban todos reunidos en una mesa del Viena donde yo tenía que trabajar hasta finales de Setiembre. Habían tomado el restaurante como lugar de reunión, ocupaban incluso la misma mesa siempre. El encargado sonreía cuando les veía entrar. "la que estaréis liando tú i tus amigos" me solía comentar " mis amigos" no podía dejar de pensar una y otra vez cómo había cambiado mi vida en unos pocos meses.
Hasan había hecho con las fotos un croquis definitivo del edificio digno de un estudio de arquitectura. No faltaba ni un detalle, puertas, ventanas, muros, todo con sus alturas y cotas acompañadas de anotaciones precisas y limpias con su diminuta letra.

- El edificio tiene una estructura en doble U superpuesta, asimétrica en su parte inferior y con un tercer brazo central más bajo, todo conectado con pasillos laterales que dejan ocho espacios intermedios vacíos para la luz. En este está instalada una grúa. Explico Hasan.

- ¡Me encanta! Exclamó emocionado Mendoza.

La verdad es que todos eran unos expertos en el tema.
La entrada elegida era una pequeña portezuela provisional situada en el primer piso, escondida entre los muros de la parte posterior del edificio a la que se accedía trepando por una marquesina construida en el patio y que terminaba en una pequeña plataforma de cemento protegida por una valla metálica simple. Era una plataforma de descarga de materiales. Allí estaba, a escasos tres metros del suelo, abandonada, esperando ser asaltada por los mosqueteros del Viena.

- No tendremos problemas, esta parte del edificio queda a mucha altura y prácticamente no se ve desde la calle y aquí es donde la valla exterior es más baja. Además fijaos, al lado se han dejado una bastida móvil. Dijo Hasan henchido con su exhibición de dominio del espacio.

Realmente había infravalorado mi compañero de pupitre.

- No nos queda clara la salida. Dijo Héctor siempre dando el contrapunto.

- Lo sé Héctor - dijo Mendoza- pero me temo que lo tendremos que decidir una vez dentro.

- ¿El parking no es buena opción? preguntó.

- Nooo. respondimos Hasan y yo al unísono.

- A las malas siempre podremos salir por la puerta de a pié de calle. Dije yo. Hasan me miró y asintió con una sonrisa de colega.

- Será el viernes 4 de octubre -anunció solemnemente Mendoza- Héctor os pasará la lista del material imprescindible que evidentemente corre a cargo de cada uno, del resto nos encargamos Héctor y yo.

- Chicos, tengo que cerrar. Dijo el encargado acercándose a la mesa para ver si pillaba algo.

viernes, 27 de febrero de 2015

BIG ONE. CAP 7


- No veo que tiene el edificio de especial. Comenté yo mientras empezábamos la ronda con Hasan.

La ampliación del hospital de Manresa estaba construida sobre una pendiente en la que se había levantado una mole de color blanco y negro de difícil definición adosada al hospital viejo. Tenía diversas edificaciones de planta cúbica de alturas distintas  y conectadas entre sí. Ocupaban la totalidad del solar. Mientras íbamos bajando por la calle principal Hasan iba haciendo fotos con el móvil, cosa difícil pues el solar estaba cerrado por una valla metálica bastante alta y una reja interior. En la calle de abajo estaba la salida del que venía a ser el aparcamiento encastada en medio de un muro negro como si de la entrada del infierno se tratase.

- Por ahí no entro yo. Dijo Hasan rompiendo el silencio del paseo.

- Ni yo tampoco.

Seguimos hasta la siguiente esquina que doblaba a la calle que seguía el edificio por su parte posterior. La calle se hacía de subida y el edificio, que estaba elevado sobre un montículo, parecía una auténtica fortaleza medieval. Casi al final de la subida encontramos una puerta de entrada a pié de calle.

- Si entramos por aquí acabamos directos al cuartelillo. Dijo Hasan.

La verdad es que la puerta era demasiado accesible y estaba a la vista de todo el vecindario de los edificios colindantes. En una palabra, no tenía ninguna emoción. Seguimos subiendo el último tramo de la cuesta hasta lo que era ya el edificio antiguo. Hasan se detuvo y me señaló con el móvil hacia uno de los ángulos del edificio.

- Por ahí.

viernes, 20 de febrero de 2015

BIG ONE. CAP 6

El tal "B1 de mi barrio" era ni más ni menos que las instalaciones de la ampliación de un hospital cercano que habían quedado paradas por culpa de la crisis. El edificio estaba terminado, con sus techos y paredes, sus puertas y ventanas pero vacio y sin funcionamiento. Como tantas cosas había sido proyectado " en la otra época" como le llamaba mi padre, en la que todos pensábamos que la riqueza  formaría parte de nuestras vidas para siempre. En definitiva,un tótem caído más. Al lado de las instalaciones estaba el edificio del antiguo hospital que seguía en funcionamiento. La verdad,no me parecía una azaña especialmente difícil ni peligrosa y personalmente no le veía la emoción al tema ¿qué se podía hacer en un edificio vacio? pero así, si participaba en ello, me quitaba para siempre la espina de cobardica. No sé cómo pero el trío de mosqueteros me estaba comiendo la moral con el tema.
Mendoza quería entrar de noche y salir a la mañana siguiente. Propuso posponerlo hasta principios de Octubre porqué la noche sería así más larga y porqué para Setiembre los tres mosqueteros tenían alguna que otra asignatura que recuperar. Mendoza nos encomendó que durante las semanas que faltaban inspeccionásemos el edificio y propusíesemos los puntos de entrada y salida - que teína que ser diferentes para dar más emoción a la cosa- así como un plan de recorrido por el edificio.
Dejé el trío en la mesa y volví al mostrador para cerrar la caja. Estaba tranquilo y aliviado, después de ésto no me sentiría acomplejado cada vez que me mirasen en el instituto porque ya no les tendría que demostrar nada. "Debutar con un B1" pensé medio sonriendo " no está mal para un meapinos de Barcelona"  ¡Si mis compañeros del Liceo me viesen!

viernes, 13 de febrero de 2015

BIG ONE. CAP 5.

El curso fué avanzando, los tres mosqueteros y yo no volvimos a hablar. Hasan, mi compañero de pupitre, viendo mi manifiesta incomodidad, tampoco me volvió a comentar nada del tema. Bueno, de hecho los mosqueteros no eran tres, eran cuatro, muchas veces se les unía un chaval más pequeño, muy retraído.
"Es el hermano pequeño de Mendoza" me contó Hasan " no es tonto, tiene una especie de autismo, lo tiene muy protegido" concluyó adelantándose a mis preguntas.
Llegó el verano, mi primer verano sin vacaciones, Mis padres se habían vendido también su apartamento en Begur, donde yo me reunía con todos mis amigos del Liceo en mis largos veranos en la Costa Brava. Yo encontré un trabajo en el Viena que habían inaugurado en Manresa. Mi padre me acarició cuando le dije que trabajaría durante mis vacaciones. El tampoco tendría vacaciones, levantar la empresa no era tarea fácil y había puesto todo su empeño en el nuevo proyecto de Sallent. De alguna manera le servía también para olvidar el pasado que parecía ya muy lejano, como de una época que ya no volvería.
Aquella tarde de aquel día de finales de Agosto el restaurante estaba muy tranquilo. Yo estaba absorto en mis pensamientos, ciertamente no había digerido aún el duelo de aquella situación que me seguía pareciendo totalmente irreal ¿Qué hacía yo en Manresa? ¡Por Dios! ni los wats de mis amigos de Barcelona me consolaban. Dejé de mirar por la ventana y me concentré en atender los siguientes clientes que se acercaban con sus bandejas llenas.

- Hola novato. Me saludó uno de ellos con una media sonrisa.

Mi cara de sorpresa era indisimulable y eso le encantó a Mendoza.

- ¿Que tal Fran, como va el verano? me preguntó Hasan intentando quitar hierro al asunto. Héctor, siempre serio, parecía también querer esbozar una sonrisa.

- Aquí trabajando. Esta todo ¿queréis alguna cosa más? pregunté intentando mostrar neutralidad.

- Hombre querer, querer... Dijo Mendoza.

La verdad es que este tío me ponía nervioso, me imponía, y él lo sabía y le gustaba.

- Ya sabes lo que quiero de tí novato.

- Ya,ya. contesté lacónicamente.

- Estamos preparando una entrada especial en tu barrio. Un B1.

- ¿Un B1? pregunté.

- Sí, un big one. Contestó Hasan.

- Carai. Contesté sin ninguna emoción.

El tal Mendoza y sus aventuras me estaban poniendo auténticamente enfermo ¿Porqué no me dejaba en paz?
Después de pagar se sentaron en una de las mesas del rincón y empezaron a sacar sus planos y papeles. No había nadie más en el local, acabé de limpiar el mostrador, cerré la caja y me acerqué a ellos sin saber muy bien porqué. A lo mejor para acabar con todo aquel rollo de una vez.

- ¿Y bien? Soy todo oídos.

Hasan me miró sorprendido mientras Mendoza sonreía sin levantar la cabeza del plano.

viernes, 6 de febrero de 2015

BIG ONE. CAP 4


El mes de Mayo llegaba a su fin, las cosas iban estabilizándose en Manresa, incluso mi padre estaba ya más tranquilo pues había empezado a cobrar una nómina submileurista con regularidad que nos permitía al menos cubrir gastos. Aunque él no me lo pidiera quedaba claro que yo tendría que complementarla trabajando durante el verano en alguna cosa. También había hecho algún que otro viaje a Barcelona para ver a mi madre y mis hermanas. El tren de Manresa a Barcelona era la cosa más patética que había visto en mi vida. La estación, que estaba situada en un terraplén perdido al lado del feo río, para no tener no tenía ni lavabos. Se tardaba tanto a llegar a Barcelona como yendo a pié y cuando llegabas a Sants tenías el culo totalmente adormecido. Alguna vez había coincidido con los tres mosqueteros - que es como había bautizado a mis "inseparables" amigos- pero no cruzábamos palabra. La verdad es que no había sido justo con el tal Mendoza, había recuperado mi móvil y ni le había dado las gracias. Un día en el patio, tomé la iniciativa y me acerqué. Estaban los tres sentados en el suelo mirando un papel donde Mendoza estaba dibujando. Al llegar a ellos Hasan me sonrió, los otros dos chicos me miraron seriamente en silencio.

- Gracias Mendoza. Dije directamente.

- ¿Gracias por qué?

- Por haber recuperado mi móvil.

"Ah" contestó antes de volver a sumergirse en sus garabatos.

- ¿Qué estáis haciendo? pregunté.

- Siéntate. Me contestó Mendoza dejando un hueco a su lado.

El papel era el croquis de un edificio en el que Mendoza estaba dibujando flechas.

- Entraremos por aquí. Dijo.

- ¿Entraremos? Pregunté asustado.

" Schhiiittt" me contestó Hasan con el dedo delante de sus labios.

- Pero ¿vosotros a qué os dedicáis? Pregunté francamente sorprendido.

- No te preocupes amigo, no somos delincuentes. Contestó Hasan ante la mirada de desaprobación de Mendoza.

- Entramos en edificios abandonados, eso es todo.

- ¿Y qué hacéis allí dentro?

- Pasar el fin de semana o solamente una noche, depende. Contestó Héctor saliendo de su silencio sin dejar de mirar el papel.

- ¡Pero esto es ilegal! respondí exaltado.

- Schiittt, ¡baja la voz ostias! Volvió a requerirme Hasan.

- No robamos nada, es un reto, cada edificio es diferente, los clasificamos según su dificultad, además no sabes nunca lo que te puedes encontrar, y siempre hay alguna recompensa. Dijo Mendoza.

- ¿Recompensa? Exclamé.

- Es como los roscones, siempre hay alguna sorpresa. Dijo Hasan sonriendo traviesamente.

- Sabes, nunca nada es como parece. Sentenció Héctor.

- Qué novato ¿te apuntas? Preguntó Mendoza clavando su mirada en mí blandiendo también una media sonrisa.

Fue lo último que escuché antes de levantarme de allí como empujado por un resorte.

viernes, 30 de enero de 2015

BIG ONE. CAP 3

Si Manresa fuese el Tibidabo, mi escuela sería el túnel del terror. Entiendo que no fuese fácil encontrar una escuela que aceptase en pleno tercer trimestre a un alumno de cuarto de ESO pero ¿de verdad que no había otra?.
L'instituto "Joan Ferrerons" (vaya nombrecito) estaba en el casco antiguo de Manresa, no muy lejos de nuestro piso. Ocupaba la mitad de la manzana, el espacio era escaso, las instalaciones envejecidas ¡Dios, cómo echaba de menos el Liceo Francés!
A la primera semana ya me habían robado el móvil ¡un segundo, me despiste sólo un segundo! en que lo dejé sobre la mesa del pasillo para beber algo de agua ¡y ya no estaba!
"Habla con Mendoza" Me sugirió Hasan, mi compañero de pupitre, un chico marroquí delgado, de piel morena y cabellos rizados hasta el infinito.

- ¿Mendoza, quien es Mendoza? pregunté.

- Quien lo controla todo aquí tío. Me respondió Hasan.

Se ve que el tal Mendoza era el hijo del camello más reputado de Manresa  -el gran Speedy Mendoza- actualmente enchironado el "Els Lladoners" el cursi nombre que tenía la cárcel de la zona. Siempre circulaba por el instituto junto a Héctor, un sudamericano bajito, robusto, con cara de pocos amigos y un extraño tatuaje en el brazo derecho; y mi alto y delgado compañero de pupitre, Hasan el marroquí.
No le dije nada a mi padre para no atribulare más. Estaba claro que las dificultades de su nueva vida se iban acumulando y me propuse no ser una más.
Para mi sorpresa, al cabo de una semana, un día que estaba en la biblioteca, se me plantaron tres chicos delante de mí, al levantar la vista reconocí a Héctor y Hasan, iban acompañados de un chico alto, moreno, de facciones marcadas que dejó caer algo sobre la mesa.

- Aquí tienes tu móvil - me espetó- un día más y no lo encontramos. Me lo tenías que haber dicho antes.

El hecho es que yo no había dicho nada a nadie sobre mi móvil. Hasan me miraba con cara culpable seguramente por haberle comentado el tema a Mendoza.

- Es que me dabas mucha pena. Me dijo cuando le pregunté sobre su intervención.

- ¿Cómo lo ha encontrado? Le pregunté.

- No preguntes, es Mendoza. Me contestó Hasan.

¡Joder con Mendoza!


viernes, 23 de enero de 2015

BIG ONE. CAP 2

Y allí estábamos los dos, al cabo de 1 mes de aquel viernes fatídico, en Manresa, en un barrio periférico llamado "la Balconada" viviendo en un piso de 60 metros.
Mis padres habían podido vender la casa a unos rusos, aunque mi madre y el abuelo -que era abogado- se encargaron de quedarse la mayor parte del dinero.Con lo que le dejaron a mi padre, una vez liquidada la hipoteca -¡menos mal!- a penas sí le llegaba para el alquiler, los gastos y el coche de segunda mano que se compró para ir de Manresa a Sallent, un pueblo minero perdido en la mitad de la nada. El trabajo que había encontrado era de ingeniero en una cooperativa en que los trabajadores se habían quedado con la empresa arruinada y como tantas en concurso de acreedores lo que suponía trabajar sin sueldo hasta que llegase - o no- algún beneficio ¡genial!
Mi padre encajó todo el proceso sin rechistar. Toda mi familia - sobretodo mi madre- le culpaban del naufragio. Y él también se culpaba a sí mismo.
Lección número uno: se puede ser malo pero no un fracasado.
Me dio tanta pena que no dudé en irme con él. Yo quería a mi padre, era un buen hombre, incluso demasiado bueno. Nunca protestaba, asentía a lo que mi madre y mi abuelo le pedían. Mi madre lo criticaba porqué nunca protestaba en el trabajo, siempre cumpliendo, sin quejarse. Y al final ¿para qué? le decía.
Definitivamente no se merecía lo que le estaba sucediendo. No iba a dejarle sólo.

viernes, 16 de enero de 2015

B1 (big one): una visita inoportuna. CAP 1

Aquel viernes de primavera por la tarde, jugando al baloncesto en el patio del Liceo Francés con mis amigos, la imagen de mi padre observándome de lejos podía significar pocas cosas y ninguna buena.

- Tenemos que hablar. Me dijo lacónicamente cuando me acerqué.

Había venido andando, cosa inaudita en él que no dejaba su BMW ni para ir a comprar el pan. Fuimos andando tranquilamente hacia casa, yo iba botando la pelota, él miraba al frente.

- Mira Fran. Las cosas iban mal y han acabado peor. Me han despedido.

No me cogió por sorpresa. Ya estaba al tanto de las charlas y comentarios en casa de las últimas semanas. Los problemas de su empresa salían incluso en la prensa.

- ¿Y ahora qué papa? Pregunté yo.

- Es fácil hijo. Tenemos que vender la casa cuanto antes o la hipoteca nos devorará. Mamá y tus hermanas se irán a vivir con los abuelos. Me soltó de sopetón. Mi padre tenía una cualidad que en el fondo yo apreciaba, sin levantar la voz siempre iba directo al grano y hablaba sin rodeos. Aunque, evidentemente, allí faltaba algo más. Así que prosiguió.

- De hecho me han ofrecido un puesto de trabajo. Es uno de nuestros proveedores. Desde luego nada que ver con el trabajo que tenía y además está fuera de Barcelona.

- ¿Fuera de Barcelona? pregunté yo. Un calambre me recorrió toda la columna. Eso ya era demasiado.

- Sí, concretamente en Sallent.

- ¿En Sallent? pregunté yo ¿Dónde está eso? ¿En Asturias? Nunca había oído un nombre tan raro.

- No hijo, está cerca de Manresa a unos 60 kilómetros.

La verdad es que no sabía donde estaba Manresa pero daba igual.

- El hecho es que me iré a vivir allí. Me quedo sin el coche de la compañía y ya no tengo edad para ir y venir en transporte público.

- ¿Y yo qué? pregunté estupefacto.

- Pues puedes elegir pero...

- ¿Pero qué papá?

- Me gustaría que tú, que eres el mayor, vinieses conmigo.

- ¿Cómo!??

¿Cómo podía abandonar Barcelona, el liceo, mis amigos, toda mi vida?

- La verdad papá, no entiendo nada.

- Mira hijo, de todas maneras tendrás que dejar el Liceo porque no podemos pagarlo aunque te vayas a vivir con tu madre. Me contestó como leyéndome el pensamiento. "Con tu madre" la frase sonó fatal.

- Pero papá, seguro que puedes encontrar trabajo en Barcelona ¿Porqué toda esta movida sin sentido? No entiendo nada de verdad. Dije antes de hacer botar la pelota con violencia contra el suelo.

- No hijo. Tengo 55 años, ya hace tiempo que vengo buscando y nadie me quiere aquí -dijo con un ligero temblor de voz. Ni tu madre -remató-


Naufragio total.