viernes, 30 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 39

Subía las escaleras a toda velocidad pero ¿hasta dónde? mis compañeros no podían andar lejos. Al llegar a la planta -2 apunté la linterna y miré por el ojo de buey de la puerta, todo estaba oscuro. "Aquí no pueden estar" pensé para mí. Seguí hacia arriba, si entraba en la -1 al menos podía ir hacia el hall central y de allí a la zona cero. Miré por el ojo de buey nuevamente y en ese momento justo pasó, ¡la linterna había enfocado un rostro a menos de un palmo de la puerta! Caí hacia atrás y me quedé sentado en el suelo paralizado ¡Me había visto seguro! Mi corazón galopaba a toda velocidad. Volví a bajar, al principio arrastrándome y después a más velocidad. Tenía las piernas agarrotadas, casi no me respondían, como en los sueños en que intentas correr y no puedes. Oí como la puerta del -1 se abría y entré como lanzado por un resorte en la planta -2. Corría por el pasillo agarrado a la pared sin querer mirar atrás, La puerta del -2 se abrió también. El golpe seco con el que se cerró denotaba que quien había entrado tenía prisa. Entré en uno de los bloques de urgencias, al pararme noté el sudor que empapaba todo mi cuerpo, fue entonces cuando me acordé de los walkies.
¡Tenía que reaccionar rápido!

viernes, 23 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 38

El coche rugía a toda potencia, la valla no aguantaría la embestida con toda seguridad. El hueco de la salida se hacía cada vez mayor. De golpe algo se interpuso en nuestro camino.

- ¡Cuidado! Gritó Héctor antes de protegerse el rostro con los brazos.

Mendoza pegó un volantazo hacia la izquierda y el coche se estampó sin remedio en una de las columnas. Hasan y yo sufrimos los efectos de la brusca desaceleración como una gran ola que nos empujase desde detrás.
Salí del coche como pude, completamente mareado, mis compañeros pudieron salir también, Mendoza cojeaba ostensiblemente.
Me levanté y vi lo que Mendoza se encontró. Era tres hombres, o tres figuras humanas, oscuras, allí inmóviles. Se giraron y empezaron a caminar hacia nosotros.

- ¡Corred, corred ostia corred! Gritó Mendoza medio loco.

Me di la vuelta y ¡me había quedado sólo!
Empecé a correr hacia la puerta pero tres hombres más salidos de la nada se dirigían haci allí. Por un momento me quedé parado, agachado y encogido. Divisaba el agujero hacia la planta inferior "¡ni loco!" pensé para mí. En aquel momento tuve una iluminación "si hay una rampa para bajar, hay una rampa para subir" Me dirigí corriendo hacia la pared contraria de donde estaban los coches, la fuí siguiendo con la mano sin dejar de estar agachado guiándome por las luces de emergencia que extrañamente se habían encendido ¡y la encontré! De repente las luces empezaron a elevarse, subí hasta la planta -4, nadie parecía seguirme, ni rastro de mis compañeros. Entré en el pequeño hall hacia las escaleras de vuelta al hospital.

sábado, 17 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 37

La reja. Una reja semitransparente de esas plastificadas cubría el hueco de salida. Mendoza empezó a patearla y golpearla pero se movía sin romperse como si fuese una manta. Finalmente se detuvo y enfocó hacia el interior.

- Los coches. Seguidme.

Nos dirigimos corriendo hacia la zona interna del parking. Por el camino apareció una boca negra como una sima, era la rampa hacia la planta inferior que no estaba terminada. Un escalofrío recorrió mi espalda, las peores escenas de mis pesadillas de verano se hacían realidad. Llegamos a los coches, Mendoza entró en el primero de ellos sin vacilar.

- Si alguien puede poner en marcha estos coches, a parte del Vaquilla, ese es Mendoza. Dijo  Hasan a modo de confesión ¡Vaya elemento ese Mendoza!

- ¡Enfocadme, enfocadme! Empezó a gritar Mendoza sentado en el asiento del conductor.

- Héctor, tráeme tus tarjetas. Los coches también tienen lectores magnéticos.

Aquellos minutos de espera se me hicieron eternos pero finalmente el coche hizo un ademán de ponerse en marcha hasta que a la cuarta los faros se encendieron y el coche arrancó.

- ¡Subid rápido!

No tuvo que ordenarlo dos veces.
El coche salió con violencia. Mendoza empezó a girar el volante de un lado a otro dirigiéndose hacia el fondo del parking. Hizo el último giro y encarado hacia la salida empezó a estirarlo. Hasan y yo nos agarramos tan fuertemente como pudimos a las barras laterales del vehículo previniendo el más que cercano choque con la valla. Era el todo o la nada.
El último cartucho hacia la libertad.

jueves, 8 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 36

Llegamos a la planta -5 siguiendo a Héctor y a Mendoza a la carrera. Yo centraba mis esfuerzos en no separarme de Hasan.
En la entrada había un pequeño hall acristalado desde donde se entraba a una extensa planta llena de columnas. Enfoqué hacia el suelo, las plazas de aparcamiento estaban perfectamente dibujadas, en las paredes pequeñas y tenues luces de emergencia  señalizaban las vías. Ya hacía rato que Héctor y Mendoza se habían perdido en la oscuridad.

- Mira. Dijo Hasan enfocando hacia el final de una de las paredes.

5 coches de aspecto militar estaban aparcados junto a la pared. No estábamos solos.

- ¿Dónde está Héctor y Mendoza Hasan?

- Tenemos que ir en esta dirección, seguramente la salida está detrás de la pared central, vamos Fran. Dijo Hasan moviendo la linterna.

Nos adentramos en la oscuridad de la planta. Yo no veía más que columnas que parecían querer cruzarse en nuestro camino. Detrás de la pared central apareció otra planta llena de columnas. Al fondo, se veían dos linternas que enfocaban una estructura de la pared: la puerta de  salida ¡por fin!
Nos acercamos. Al lado de la puerta Héctor luchaba denodadamente con un lector de tarjetas mientras Mendoza lo iluminaba con las dos linternas. El deseo de largarnos nos unía a todos por igual.
Se oyó un leve pitido seguido de un fuerte "clac" La puerta empezó a elevarse lentamente, las pulsaciones de mi corazón también.

- ¡Ya sube, ya sube! Exclamó Hasan cogiéndome de la espalda.

La puerta se elevó sin dificultad y la luz del exterior entró de nuevo en nuestras vidas.

Con un matiz...

jueves, 1 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 35

- ¿Diga?

- Novedades Jefe.

-¿Sí?

- Han abandonado la sala y han cogido la escalera anterior.

- ¿Hacia dónde?

- Directos a la boca del lobo jefe.

- ¿Y el Alfa?

- En posición ¿Qué le ordeno?

- "Wait and see". A ver como reaccionan.

- De acuerdo, de momento no actuaran a no ser que sea necesario.

- Sí claro. Mantenme informado. Poned en marcha la iluminación de emergencia, los seguiré por las cámaras a partir de ahora.

Colgó el teléfono negro. La noche era espléndida, le recordaba las noches en el Yucatán siempre cubiertas de miles de estrellas. Allí, siempre con el doctor Wilson, su jefe, su mentor, su auténtico maestro. Cuando cansado de ver siempre lo mismo en el servicio de neurología del pequeño hospital de la pequeña Manresa cogió sus cosas y se fue a hacer las américas al memorial de Huston. Allí su mundo se transformó, mejor dicho Artur Wilson transformó su mundo. Le habló del cerebro humano como nadie lo había hecho antes, de sus inmensas capacidades y de cómo potenciarlas. No era ya la neurología de la enfermedad sino la del superhombre, una nueva especie, el hombre telepático y era real y posible. Wilson le reveló sus estudios secretos sobre los Mayas, el Hunab Ku, el hombre integrado en el universo y permanentemente conectado con su Holos, el cerebro universal y único, la Gnososfera. El se convirtió en su Alach Vinik, su lugarteniente, su elegido y juntos exploraron el mundo oculto de los Mayas durante años de interminables viajes a Mesoamérica. Hasta aquel fatídico dia en que su maestro fue encontrado muerto dentro de su coche en una cuneta cerca de Alburquerque. Enseguida comprendió y volvió a Manresa con la excusa de dirigir el nuevo hospital que se estaba construyendo. Pero ellos le siguieron y contrariamente a lo que pensaba, no era para matarle sino para ofrecerle un trato irrechazable: convertirse en el sumo sacerdote de los nuevos superhombres. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea genial ¿Porqué no allí? ¿Quién podía sospechar de un pequeño hospital en crisis y de una NIM city como Manresa? ¿Dónde estaría más seguro? Los propietarios del hospital, acuciados por la crisis y una deuda imposible de refinanciar, accedieron ante las medias explicaciones que les ofreció. La oferta económica suponía su salvación. Tenía las manos libres.
Puso en marcha el ordenador. Aparecieron las imágenes de las cámaras del edificio. Había llegado el momento de probar a Alfa, su Batab, su creación.
"Artur va por tí" dijo elevando la copa de coñac hacia las estrellas.