sábado, 17 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 37

La reja. Una reja semitransparente de esas plastificadas cubría el hueco de salida. Mendoza empezó a patearla y golpearla pero se movía sin romperse como si fuese una manta. Finalmente se detuvo y enfocó hacia el interior.

- Los coches. Seguidme.

Nos dirigimos corriendo hacia la zona interna del parking. Por el camino apareció una boca negra como una sima, era la rampa hacia la planta inferior que no estaba terminada. Un escalofrío recorrió mi espalda, las peores escenas de mis pesadillas de verano se hacían realidad. Llegamos a los coches, Mendoza entró en el primero de ellos sin vacilar.

- Si alguien puede poner en marcha estos coches, a parte del Vaquilla, ese es Mendoza. Dijo  Hasan a modo de confesión ¡Vaya elemento ese Mendoza!

- ¡Enfocadme, enfocadme! Empezó a gritar Mendoza sentado en el asiento del conductor.

- Héctor, tráeme tus tarjetas. Los coches también tienen lectores magnéticos.

Aquellos minutos de espera se me hicieron eternos pero finalmente el coche hizo un ademán de ponerse en marcha hasta que a la cuarta los faros se encendieron y el coche arrancó.

- ¡Subid rápido!

No tuvo que ordenarlo dos veces.
El coche salió con violencia. Mendoza empezó a girar el volante de un lado a otro dirigiéndose hacia el fondo del parking. Hizo el último giro y encarado hacia la salida empezó a estirarlo. Hasan y yo nos agarramos tan fuertemente como pudimos a las barras laterales del vehículo previniendo el más que cercano choque con la valla. Era el todo o la nada.
El último cartucho hacia la libertad.

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