viernes, 23 de octubre de 2015

BIG ONE. CAP 38

El coche rugía a toda potencia, la valla no aguantaría la embestida con toda seguridad. El hueco de la salida se hacía cada vez mayor. De golpe algo se interpuso en nuestro camino.

- ¡Cuidado! Gritó Héctor antes de protegerse el rostro con los brazos.

Mendoza pegó un volantazo hacia la izquierda y el coche se estampó sin remedio en una de las columnas. Hasan y yo sufrimos los efectos de la brusca desaceleración como una gran ola que nos empujase desde detrás.
Salí del coche como pude, completamente mareado, mis compañeros pudieron salir también, Mendoza cojeaba ostensiblemente.
Me levanté y vi lo que Mendoza se encontró. Era tres hombres, o tres figuras humanas, oscuras, allí inmóviles. Se giraron y empezaron a caminar hacia nosotros.

- ¡Corred, corred ostia corred! Gritó Mendoza medio loco.

Me di la vuelta y ¡me había quedado sólo!
Empecé a correr hacia la puerta pero tres hombres más salidos de la nada se dirigían haci allí. Por un momento me quedé parado, agachado y encogido. Divisaba el agujero hacia la planta inferior "¡ni loco!" pensé para mí. En aquel momento tuve una iluminación "si hay una rampa para bajar, hay una rampa para subir" Me dirigí corriendo hacia la pared contraria de donde estaban los coches, la fuí siguiendo con la mano sin dejar de estar agachado guiándome por las luces de emergencia que extrañamente se habían encendido ¡y la encontré! De repente las luces empezaron a elevarse, subí hasta la planta -4, nadie parecía seguirme, ni rastro de mis compañeros. Entré en el pequeño hall hacia las escaleras de vuelta al hospital.

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