viernes, 26 de agosto de 2016

BIG ONE. CAP 70


- ¿Qué pasa papá? Dije yo asomando la cabeza aún mojada por la puerta de nuestra pequeña cocina.

Levantó la mirada de las bolsas que llevaba llenas de comida y me miró un instante.

- Pasa y siéntate Fran.

Sin duda ya la teníamos liada. Entré y me senté con la cabeza baja y en silencio.

- Esta mañana mientras venía de Barcelona en el coche recibí una llamada en el móvil. Me extrañó mucho y más cuando vi que era la madre de Lucas.

- ¿La madre de quién? Pregunté.

- Lucas, tu amigo. Aquel alto, el de la chupa de cuero, el que tiene su padre en la cárcel.

- ¡Ahhh Mendoza! - exclamé. Tanto llamarle por el apellido que ya no me acordaba de su nombre coño.

- La mujer estaba tan excitada que no la entendía y paré el coche para atenderla.

- Papá yo... Dije intentando adelantarme al cataclismo.

- ¡Déjame terminar hombre!

Le dejé continuar. De hecho daba igual, no habría ninguna excusa que valiese.

- El día antes por la tarde, el viernes, le dieron una carta a su padre que había llegado de instituciones penitenciarias. Resulta que hacía días que la tenían pero se habían olvidado de dársela. La carta le anunciaba que le habían concedido el tercer grado nada menos.

- ¿Y eso qué significa papá?

- Algo muy importante hijo. El padre de Lucas, después de muchos años, volvía a su casa esta misma mañana. Dijo sin poder contener la emoción.

- ¿Qué güai no? Dije yo suspirando largamente en silencio.

- Y tanto hijo. Y para celebrarlo nos ha invitado junto a su hermano y a los de la fábrica a buscar setas esta misma tarde. ¿Qué te parece?.

- Muy bien papa ¿pero tú no tenías que volver a Barcelona por lo de las negociaciones con tu antigua empresa?.

- ¿Y perderme una expedición micológica con Speedy Mendoza el rey de las setas?. ¡Que esperen los "meapinos"!. Dijo con gran entusiasmo.

Yo hacía tiempo que no veía mi padre así y no pude evitar reírme a carcajadas.

- Bueno ¿Vendréis Lucas y tú, no?. Mira te he comprado unas chirucas para que vayas bien. Dijo señalando unas botas nuevas que había en el suelo de la cocina.

Yo no dije nada.

- Bueno si estáis cansado lo comprendo pero...

- Tranquilo papá, vendremos. Dije levantándome de la silla y abrazándole por la espalda.

- Papá.

Dime hijo.

- Te quiero muchísimo. Le dije antes de darle un beso.

- Y yo también tontorrón. Anda, ayúdame con los bocadillos que esta tarde vas a vivir una auténtica aventura, te lo aseguro.

"No, más no por favor" pensé para mí antes de coger el tomate.

FIN


jueves, 4 de agosto de 2016

BIG ONE. CAP 69


Me fui caminando lentamente, sólo, mientras el día iba subiendo por detrás de las casas de la Balconada, nuestro barrio. Al llegar a mi bloque me detuve, me quedé sentado allí, sobre la repisa de la pared de la entrada. pensé en lo que me vino a la cabeza allí dentro cuando Héctor nos anunció que no viviríamos para contarlo.
¡Mi padre!, pensé en mi padre, en que no volvería a verlo, y me dolió enormemente. Nunca me había planteado cuanto lo quería, al menos no como en aquel momento.

- Fran, ¿qué haces aquí sentado? Dijo la señora Carmen, nuestra vecina, que salía a trabajar.

Yo me limité a sonreír.

- Al menos tápate un poco. Me dijo cerrándome la chaqueta.

- Gracias señora Carmen. Ahora me voy a casa.

Se fue moviendo la cabeza y mascullando no se qué de los niños de ahora y los porros.
Volví a mis pensamientos, en cómo nos habíamos mantenido unidos a pesar de todo y como eso nos había salvado sin lugar a dudas. Por mucho que Mendoza dijese que nos habían perdonado la vida. ¡Y un cuerno!. Nos habíamos ganado la libertad, nuestra libertad,  gracias a sacar lo mejor de cada uno y ponerlo a disposición de todos. Gracias a la lealtad, nuestra lealtad. La misma que tuvo Nuno jugándose el tipo para ir a buscar a su hermano, la misma de "la Jose" trabajando sin cesar para sustituir a su marido encarcelado, la misma que había tenido siempre mi padre con su familia, con su trabajo, con su gente. La lealtad, ser leal, esta era la clave de todo.
"Gracias papá por enseñarme lo más importante de la vida".
Bajé de un salto y subí al piso, al entrar encontré una nota de mi padre.
"He ido a Barcelona, vuelvo a primera hora. Papá".
Estaba sólo. Me desnudé en medio del pasillo y entré en la ducha. No sé el tiempo que estuve bajo el agua caliente. Me parecía el placer más increíble de la tierra.

- ¿Fran, estás aquí?. Se oyó una voz precedida de un portazo.

- ¿Papá, eres tú papá?. Dije emocionado al oir de nuevo su voz.

- Hola campeón -dijo asomándose en el baño- ¿Cómo ha ido la juerga?.

- Bien papá. Dije caso sollozando.

- Cuando salgas tenemos que hablar. Me ha llamado la Jose a primera hora.

"¿La madre de Mendoza? la que se va liar". Pensé.

viernes, 29 de julio de 2016

BIG ONE. CAP 68


Bajamos por le huerto siguiendo la linterna de Nuno que conocía el paraje como la palma de su mano. Saltamos la valla con facilidad, fue agradable llegar a la calle y ver los primeros coches pasar.

- Ahora sí. Dijo Mendoza solemnemente después de comprobar que no nos habían seguido.

¡Estábamos salvados!

Nos abrazamos los cinco largamente. Un hombre paso por nuestro lado mirándonos mal. "Borrachos" se le oyó mascullar. Héctor y Hasan se fueron calle abajo. "Te llamo" dijo mi amigo Hasan haciendo el teléfono con la mano. Yo le saludé con la mía. Nos quedamos un rato en silencio Mendoza Nuno y yo.

- ¿Y bien? Dijo Mendoza previendo que algo me había quedado en el tintero.

- ¿Qué sabes de mi padre Mendoza?

El sonrió.

- Mi tío de Sallent trabajaba en la empresa de tu padre, llevaba un torno y era bueno, muy bueno. A pesar de los avisos de la familia y el encargado él seguía en las drogas, decía que no podía evitarlo. Un día tuvo un accidente de coche y se destrozó el codo. Puedes imaginártelo, operación tras operación hasta que lo despidieron. Cayó en una depresión, intento suicidarse varias veces, estaba acabado. A los pocos días de llegar, tu padre fue a verlo, se interesó por él, le dio dinero a mi tía y le dijo a mi tío que sabía que era un operario excelente y que cuando se recuperase le esperaba en la fábrica. Aún me acuerdo del día que nos lo contó a mi madre y a mí, nunca antes había visto mi tío llorar. Por eso recuperé tu móvil, por eso te vine a ver cuando supe que mientras tú trabajabas todo el verano tu padre utilizaba parte de ese dinero para ayudarnos. ¿Y sabes qué? cada vez me alegro más de haberte reunido con nosotros porque eres grande tío, muy grande; inteligente, valiente y bueno. Como tu padre.

Me emocioné. Era la primera vez que Mendoza me ofrecía una cosa amable y sincera de todo corazón.
Me abalancé sobre él y nos abrazamos largamente. Nuno sonreía.

- Ala pues, vete a casa Fran, tu padre te espera. Me dijo antes de empezar a bajar cogido de la mano de Nuno como si aún fuesen los dos hermanos pequeños que se protegían siempre el uno al otro.

jueves, 21 de julio de 2016

BIG ONE. CAP 67


El hombre miraba hacia la casa de la Culla. Sonreía mientras iba jugando con las llaves del coche.

- Una pandilla de críos, eran una pandilla de críos. Decía sin salir de su asombro.

Detrás suyo su ayudante seguía la escena con cara de gravedad.

- No te enfades hombre, estos no harán nada. Además, el accidente de hoy nos ha permitido adelantar nuestro trabajo enormemente. En pocos días no quedará rastro de nosotros.

El hombre seguía sin contestar. A él no le molestó, más bien le dio una sensación de poder. Por fin había podido decidir el desenlace del conflicto por sí mismo. Ahora veía que detener la persecución, ni que fuese en el último momento, había sido una buena decisión, la decisión acertada.
"Gracias doctor Wilson por iluminarme" pensó.
Se puso las llaves del coche en el bolsillo, se desabrochó la manga del brazo derecho y lo levantó en dirección a la casa de la Culla. Al poco rato una luz igual de potente le respondió.

jueves, 23 de junio de 2016

BIG ONE. CAP 66


En el exterior del edificio, sobre el círculo que marcaba el helipuerto del hospital, tres hombres de pié miraban hacia la casa de la culla. A uno de ellos le brillaba ostensiblemente el brazo derecho.

- No es por interrumpir pero creo que deberíamos irnos cagando leches. Dije yo invadido de nuevo por la fatal intranquilidad de que todo lo que intentábamos acababa saliendo mal.

- No hace falta Fran - dijo Mendoza- no vendrán.

- ¿Cómo lo sabes?.  Pregunté yo.

- Sencillamente porque si hemos salido ha sido porque ellos lo han permitido.

- Hombre, algo habremos hecho bien. Dijo Hasan desde detrás.

- Sin duda- dijo Mendoza- no creo que se esperasen nuestra resistencia y mucho menos la huida final pero eso no cambia nada.

- En el fondo saben que no podemos contar nada de lo que hemos visto. Dijo Héctor sin girarse hacia nosotros.

Tenía toda la razón. ¿Quién nos creería? además, ¿porqué tendríamos que ir contando que nosotros mismos habíamos cometido un delito de allanamiento de morada?

- Creo que hemos sido unos excelentes conejillos de indias. Dijo Hasan.

- Sin duda - dijo Héctor- y creo que sus celayolts han respondido como ellos esperaban.

- ¿Y dejarnos marchar es su manera de agradecérnoslo?. Pregunté yo recordando los "canguelis" que habíamos pasado dentro.

- Puede. Contestó Héctor.

Se hizo un momento de silencio. Se notaba  en el cielo que el nuevo día quería nacer. No hacía frío y una ligera brisa nos recordaba lo agradable que era estar en este mundo.

- Entonces, ¿Qué hacemos? Pregunté.

Mendoza me miró y sonrió por primera vez en muchas horas.

- Irnos a casa Fran.

Héctor parecía ensimismado. Sin dejar de darnos la espalda levantó su brazo derecho al cielo.


jueves, 9 de junio de 2016

BIG ONE. CAP 65


Al salir por el portalón estaba todo oscuro alrededor por lo que me costó situarme. A la derecha había un pequeño bosquecillo. Al final lo ví, abajo a la izquierda, a unos doscientos metros de distancia, la inmensa mole del hospital, el big one, que al final había quedado atrás.
Fué mi primer respiro de alivio. "Game over" pensé.

- La casa de la Culla, hemos salido por la casa de la Culla. ¿Pero cómo...? Preguntó Hasan antes de contestarse a sí mismo. Si alguien conocía los secretos de esa antigua casa situada al lado del hospital ese era Nuno.

- Nuno, Nuno pero... ¿Qué hacías tú allí? ¿Cómo nos has encontrado? Le decía Mendoza sin dejar de abrazarle y acariciarle el cabello.

Nuno se encogía de hombros y no dejaba de sonreír. Resultaba que la casa de la Culla estaba conectada con las instalaciones del antiguo hospital. Nada extraño sabiendo que antaño ambas edificaciones habían sido del mismo propietario: los monjes. ¿Pero cómo sabía Nuno dónde encontrarnos y que estábamos en peligro?. Lo que nos había sucedido era ciertamente un auténtico milagro. "Todo lo nuevo se hace sobre lo viejo" recordé entonces. Pero ya daba igual ¡estábamos fuera!

Héctor, que se había avanzado unos metros, se giró hacia nosotros.

- Mirad abajo chicos. Son ellos.

jueves, 2 de junio de 2016

BIG ONE. CAP 64


Sentí un fuerte empujón por detrás que me abalanzó sobre la pared blanca. me cubrí la cara con las manos pero en lugar de recibir un impacto caí rodando al suelo. Al levantarme estaba en un sitio que no reconocía. Hasan me ayudó, era él quien me había empujado.

- ¡Estamos fuera Fran, hemos pasado al otro edificio!

Levanté la cabeza. también era un pasillo pero más antiguo. No había ventanales y en el techo relucían dos potentes fluorescentes que, después de tanta oscuridad, me deslumbraron. ¿Estaba soñando?

-¡Vamos, vamos! Seguía gritando Nuno.

Me giré, la pared desde donde estaba se veía borrosa.

- Es un holograma Fran, un puto holograma. Me gritó Hasan sonriendo.

¡Un holograma! Así entraban y salían nuestros amigos sin ser vistos. Atravesando paredes...¡virtuales!

- Lo tenían todo preparado ¡valientes hijos de puta! dijo Hasan moviendo la cabeza.

"Nada es nunca lo que parece" recordé.
Seguimos corriendo unos treinta metros, pasamos por el lado de una escalera que daba sin duda al hospital viejo pero Nuno la obvió ¿A dónde nos llevaba? Llegó a la altura de unos almacenes, justo antes de lo que debía ser la lavandería del hospital y nos hizo entrar por una trampilla que había en la pared. Después de un corto trecho a cuatro patas atravesamos un nuevo agujero, bueno más que un agujero era un auténtico boquete que alguien ¿Nuno? había abierto a martillazos. Llegamos a una sala oscura, grande, abandonada donde se veían los restos de una antigua piscina. Nuno abrió una pequeña puerta y fuimos entrando uno a uno. No sé los metros que recorrimos en la oscuridad, habíamos abandonado las lanzas y con ellas nuestras linternas, pero finalmente llegamos a otro espacio subterráneo, oscuro, sin ventanas, muy húmedo, olía a cebollas. Subimos por unas pequeña y angosta escalera y llegamos a lo que parecía la entrada de un viejo edificio presidida por la luz tenue de una simple bombilla. Nuno abrió, no sin dificultad, una pesada cerradura y empujó el portalón. De golpe entró una ráfaga de aire fresco.

jueves, 26 de mayo de 2016

BIG ONE. CAP 63


Era un hombre, uno sólo. Se dirigía directo a nosotros moviendo ostensiblemente los brazos. Héctor cogió la lanza cargó el brazo y se adelantó unos pasos.

- ¡Espera, espera! Gritó Hasan cogiendo a Héctor del brazo para después dirigirse hacia el extraño.

- ¡Es tu hermano Mendoza, es tu hermano! Gritó Héctor que había parado el lanzamiento en el último suspiro. Yo no salía de mi asombro. ¡El hermano de Mendoza. Imposible!

- Nuno, Nuno ¿qué haces aquí? Gritó Mendoza abrazando  su hermano pequeño.

- ¡Vamos, vamos! gritaba el chico ¡Vamos!

"Vamos" ¿A dónde? Pensaba yo.

- Sigámosle. Dijo Hasan decidido como si no le extrañase en absoluto la presencia del chico.

Y empezamos a correr. Volvimos al pasillo de detrás del mostrador. la pequeña ventana que llevaba a la grúa seguía aún abierta. Antes de llegar a ella Nuno torció a la derecha.

- ¡Hacia aquí no! -empecé a gritar- es justo donde quieren que vayamos. Nos acorralaran en la pared.

Mendoza intentó parar a su hermano que corría como un poseso pero éste lo separó mientras seguía gritando.

- ¡Vamos, vamos!

Llegamos al final del pasillo y efectivamente nos íbamos acercando a la pared que separaba el edificio nuevo del viejo.

¡No, por Dios no! grité. estábamos perdidos.

Llegamos al pequeño espacio que había entre el ventanal, los ascensores y la pared. Por el ventanal se veía ya perfectamente las luces del exterior y el láser que brillaba con toda su intensidad como esperándonos pacientemente.

- ¿Y Nuno, dónde está Nuno? preguntaba Hasan mirando alrededor del pequeño espacio. Parecía como si se lo hubiese tragado la tierra.

En ese momento reapareció el hermano de Mendoza de la nada.

- ¡Vamos, vamos! Volvió a gritar tirando del brazo a Mendoza.

- Nuno, ¿de dónde sales Nuno? Gritó Mendoza.

Esta vez desaparecieron los dos. Yo no entendía nada.

viernes, 20 de mayo de 2016

BIG ONE. CAP 62


Los segundos que pasaron se me hicieron eternos pero finalmente uno de los celayolts apareció por la escalera. Me levanté como un muelle, no creo que pudiese verme porque tenía la oscuridad a mi espalda. Lancé el palo de suero con todas mis fuerzas y este se le clavó en el cuello, justo por encima del pecho. Me quedé literalmente paralizado viendo como intentaba denostadamente desclavárselo con las manos antes de caer rodando por la escalera hasta casi donde estaba yo. Bajé las escaleras de tres en tres, al final apareció Hasan.

- Fran ¿qué haces? te estábamos buscando.

Al final de la escalera Héctor y Mendoza me estaban esperando. Moriríamos pero moriríamos juntos.

- ¡Le he dado, le he dado a uno! dije terriblemente excitado. Mis compañeros, que ya no me escuchaban, empezaron a correr hacia el mostrador de la -1. En ese momento, de detrás del mostrador apareció una nueva sombra.

Era el final.

jueves, 12 de mayo de 2016

BIG ONE. CAP 61


Los dos hombres del pasillo se fueron acercando caminando lentamente, con prudencia, como esperando que nosotros hiciéramos la acometida final. Ya sabían de lo que eramos capaces.

- ¡No os mováis, no os mováis ni un milímetro! Dijo Mendoza.

- Mirad al fondo. Dijo Hasan.

Tres sombras se iban haciendo visibles al final del hall. La luz que venía del exterior aumentaba de intensidad por momentos. Seguramente era lo que ellos esperaban para atacarnos definitivamente.
Héctor entonces cogió una de las dos lanzas que llevaba y se adelantó unos pasos.

- ¿Héctor, a dónde vas? ¡Héctor! gritó Mendoza.

Héctor arrancó de un golpe de pié la base de la lanza, corrió unos metros en dirección a los hombres y lanzó la percha con una fuerza inusitada. Ésta describió una veloz parábola y se clavó en la ingle de uno de los atacantes que se desplomó en el suelo. Los otros dos se separaron rápidamente hacia los lados. Héctor volvió a nuestra posición.

- Cuatro contra cuatro. A ver que pasa ahora. Dijo cogiendo la otra lanza.

En ese momento, al final del hall, aparecieron dos hombres más. Uno de ellos levantó su brazo derecho y la luz del antebrazo empezó a brillar.

- Es la orden, ahora nos atacarán. Dijo Héctor.

En ese momento los dos hombres del pasillo lateral empezaron a correr.

- Rápido, por las escaleras. Dijo Mendoza.

Nos dirigimos hacia las escaleras que teníamos en frente y que llevaban al hall del -1. Yo, que iba el último, me detuve en medio de la escalera y me quedé tumbado.
Era mi turno.

viernes, 6 de mayo de 2016

BIG ONE. CAP 60


Nos levantamos de golpe y preparamos nuestras lanzas atando fuertemente las linternas sobre ellas. Me invadió unas ganas terribles de llorar, me sentía agotado y a la vez incrédulo ante la terrible evidencia de que ya no teníamos opciones reales. Una vez atada la linterna preparada con pilas nuevas empecé a dirigirme al pasillo lateral.

- Por aquí no Fran, es una ratonera. Por el pasillo del medio.

Mendoza tenía razón. Así fue como acabaron con el vagabundo o lo que fuere, lo acorralaron en el muro de división de los dos edificios y no tuvo más remedio que huir por la zona del láser donde lo frieron. Además, si nos teníamos que enfrentar que fuese a campo abierto. La cercanía de nuestro desenlace me hacía verlo todo claro. Yo lo vivía con una extraña y a la vez sorprendente paz interior. ya no sentía temor, sólo rabia.
Salimos al pasillo, al fondo dos sombras se pusieron a correr al vernos. Se adivinaba por el brillo rojizo de sus brazos que estaban en estado de máxima activación.

- Rápido por la escalera y al hall de entrada. Dijo Héctor agitando la lanza.

Llegamos otra vez hasta el hall de entrada.

- ¡Mirad! Dijo Hasan señalando los ventanales frontales.

Se podía adivinar la luz exterior como si la capa que la ennegrecía fuese diluyéndose.

- La capa líquida está desapareciendo, pronto todo volverá a la normalidad. Dijo Héctor.

- Esto no nos salvará. Dijo Mendoza.

- No. Tienen que acabar con nosotros y dejarlo todo a punto para cuando amanezca. Dijo Hasan.

- Al menos podremos haber visto nuestro mundo antes de morir. Dije yo.

Nos miramos todos posiblemente por última vez. Hasan se acercó y me abracé fuertemente con él.

- Me alegro de haberte conocido amigo. Le dije con voz temblorosa y lágrimas en los ojos.

El no pudo pronunciar palabra y se limitó a asentir con la cabeza y acariciarme el rostro.

- Pongámonos en círculo y esta vez no nos separemos bajo ningún concepto -dijo Mendoza- No tardarán en llegar y tenemos que saber por dónde.

Nos dispusimos en semicírculo con las lanzas preparadas apuntando hacia delante y hacia ambos lados, con el mostrador del hall a nuestra espalda para cubrir la retaguardia.
Al final del pasillo de nuestra derecha aparecieron los dos celayolts que nos seguían. Héctor levantó su brazo derecho y el espiral enrojeció.

"Aquí os esperamos"

jueves, 21 de abril de 2016

BIG ONE. CAPITULO 59


Llegamos corriendo y jadeando a la zona cero. Hasan y Héctor ayudaron a Mendoza a sentarse. Había llegado al límite, el dolor de su pierna era ya insoportable.

- ¿Qué ha pasado? preguntó Hasan viendo mi cara de preocupación.

Le expliqué con detalle nuestra acometida.

- ¿Qué habéis hecho qué? Preguntó entre asustado y sorprendido llevándose las manos a la cabeza.

- No sé si lo hemos matado pero si no es así casi. Respondí serenamente.

Se hizo un momento de silencio.

- Vamos a morir. Dijo Héctor recuperando su tono para las ocasiones sórdidas.

Nadie replicó. Todos aceptábamos ya este hecho como cierto.

- Los celayolts no hacen prisioneros. Remató por si quedaba alguna duda.

- Siempre nos queda la posibilidad de despistarlos hasta que se haga de día, no falta tanto. Dije yo intentando activar la última esperanza.

- Tienen tiempo suficiente y además esta vez vendrán a por nosotros. Dijo Héctor.

- Pues si hemos de morir que sea matando. Dijo Hasan mientras salía del almacén con una nueva lanza para Mendoza.

- Sea. Dijo Mendoza mientras se alzaba apoyándose en ella.

En ese momento se oyó un golpe seco proveniente de la puerta frontal de la planta.

- Se acabó la zona cero señores, hay que moverse. Dijo Mendoza.

viernes, 15 de abril de 2016

BIG ONE. CAP 58


- Deben perecer. Dijo enérgicamente la voz a través del teléfono negro.

- ¿Cómo está nuestro celayolt?

- Malherido jefe. Le clavaron un palo de suero en el abdomen.

¿Un celayolt herido! Se había acabado el juego controlado, todo entraba en una nueva dimensión.

- ¿Qué hacemos jefe? Volvió a inquirir la voz por el teléfono.

- No nos dejan muchas alternativas.

- Ninguna jefe. Casi logran huir, han atacado uno de los nuestros, saben ya demasiado. Deben morir.

Se hizo un silencio en el que miró al cielo buscando una respuesta diferente. Pero no la encontró.

- Sea.

Colgó el teléfono y entró en la casa. Cogió las llaves del coche de la mesa del comedor y se dirigió hacia el garaje.

jueves, 7 de abril de 2016

BIG ONE. CAP 57


Sin dejar la lanza me puse a correr desesperadamente pero mi carrera sería a todas luces infructuosa. Ya no había avisos ni medias tintas, la sombra había ya decidido abalanzarse sobre mí. Miré a ambos lados intentando buscar una escapatoria mientras corría, pero todo era claramente inútil, no llegaría a la puerta que llevaba al hall ni valía la pena defenderse.

- ¡Al suelo Fran, al suelo! Gritó de golpe una voz delante de mí.

Me tiré al suelo casi en el último momento sin saber a qué atenerme y sin ver nada, con el campo visual reducido al mínimo por el pánico. De la oscuridad apareció Mendoza corriendo en dirección contraria y apuntando su lanza contra la sombra. El golpe fue terrible y el palo de suero se hundió sin remisión en la boca del estómago de aquel ser que emitió un ruido gutural, el primero que le oía a uno de ellos. El hombre quedó tambaleante pero sin llegar a caerse. Mendoza le observaba medio agachado jadeando aún por el terrible esfuerzo. En ese momento reaccioné, me levanté y con la base de mi lanza le golpeé de abajo a arriba como nos había enseñado Héctor impactando en todo su rostro. El hombre cayó hacia atrás en medio de un ruido seco del contacto brusco de su cráneo con el suelo.

- Vámonos de aquí. Le dije a Mendoza ayudándole a alzarse.

Empezamos a correr, antes de tomar la puerta del hall me giré. El hombre yacía inmóvil en medio del pasillo con la lanza de Mendoza clavada en su abdomen. Nadie más no seguía.

jueves, 31 de marzo de 2016

BIG ONE. CAP 56


En el instante en que la ventana cedió un poco Héctor puso una segunda palanca en la parte inferior y empezó a tirar y tirar. La ventana se iba deformando por todas partes menos por el sitio donde se encontraba anclada, finalmente se oyó un gran crujido y la ventana se abrió de golpe. Hasan, que se encontraba literalmente colgado de ella cayó como un saco al suelo pero se reincorporó inmediatamente y de un salto sacó la cabeza al exterior.

- La grúa está un poco más separada de lo que me pensaba pero llegaremos. Dijo volviendo hacia el interior.

La imagen era irreal. La puerta anti-incendio del final de pasillo se abrió de golpe como si fuese de madera hueca y emergió una sombra oscura que se acercaba a nosotros a toda velocidad. Absolutamente todos nos quedamos paralizados intentando interpretar aquella escena surrealista.

- ¡Abortamos, abortamos, nos han descubierto! Dijo Héctor mientras empezaba a retroceder a todo prisa seguido por Hasan que abandonó la bolsa con todas las herramientas en el suelo. Yo me quedé parado buscando a derecha e izquierda mi protegido porque era eso lo que quedamos en hacer ¿no?

- ¿Mendoza dónde estás? ¡Mendoza, Mendoza! Empecé a gritar lanza en mano. Al girarme vi la sombra que cambiaba de carril para dirigirse directamente hacia mí.
Era el momento de salir corriendo cagando leches.

jueves, 17 de marzo de 2016

BIG ONE. CAP 55


Atravesamos el largo pasillo de la planta de hospitalización y bajamos prudentemente por la escalera con nuestras lanzas preparadas como guerreros precolombinos y sobre ellas, atadas con cinta, las linternas. Llegamos sin problema al hall de entrada, a través de los ventanales seguía sin verse el exterior pero las luces de emergencia y la experiencia nos permitían saber exactamente donde estábamos. A veces tenía la sensación de que había vivido siempre en el puto edificio. Descendimos por las escaleras hasta el piso inferior y por una puerta que había detrás de los mostradores de la recepción de consultas entramos en el pasillo. Héctor y Hasan se adelantaron, yo seguía a Mendoza que se desplazaba con bastante dificultad. No se veía nadie por detrás. En el tercer ventanal Hasan sacó las palancas y las apuntaló en las pequeñas ventanas de ventilación. Cómo se había dado cuenta de la existencia de esas ventanas no tenía ninguna explicación más que una memoria fotográfica prodigiosa. Yo apenas sí recordaba la grúa que se alzaba en medio del tragaluz como un dinosaurio del jurásico. Hasan se colgó literalmente de las palancas y la ventana empezó a crujir. Un escalofrío de emoción me recorrió por dentro.

viernes, 11 de marzo de 2016

BIG ONE. CAP 54


Héctor y Hasan trabajaron afanosamente para reconvertir aquello en una lanza maya. Con unos alicates multiusos doblaban las dos perchas superiores haciéndolas confluir en una punta contundente. La base giratoria formada por cinco pies  con ruedas era perfecta para funcionar como un ariete. Héctor nos instruyó en el manejo del ya "ex-palo de suero" como una lanza.

- Intimidamos dos veces con la punta y al retroceder golpeamos con la base de abajo a arriba, así. Dijo mientras  mostraba una destreza inusitada en su manejo.

- Héctor, si salimos vivos de esta nos tendrás que explicar unas cuantas cosas. Dijo Hasan.

El neo guerrero maya sonrió.

- Nos dispondremos en escala donde cada uno será el chimalli del otro.

- ¿Cómo? Preguntó Mendoza.

- Chimalli, escudos. Cada uno protegerá un compañero y a la vez será protegido por otro.

- Tú Héctor debes de ir delante -dijo Mendoza- eres el único que pude detectarlos.

- Yo iré detrás de ti Héctor -dijo Hasan- y juntos forzaremos la ventana.

- Será un honor protegerte Mendoza. Dije yo poniendo mi mano sobre su hombro.

- El honor será mío Fran. Desde el primer momento supe que no nos fallarías. Eres igual que tu padre.

La afirmación de Mendoza, esta vez sincera como ninguna, me emocionó y sorprendió a la vez ¿Qué sabía él de mi padre?

- Bajaremos por la escalera delantera hacia el hall y por la escalera frontal al -1. Como más despejado esté mejor los veremos a venir si nos atacan. No quiero que nos cojan por sorpresa como en el parking. En la -1 nos pondremos en fila hasta que hayamos abierto la ventana. Subirá primero Hasan para inspeccionar, después tu Fran y nos quedaremos vigilando Héctor y yo. Dijo Mendoza con determinación.

- No estoy de acuerdo Mendoza, tu pierna está fatal y tú tendrías que subir el primero.

- por eso mismo Fran, si alguno tiene que quedarse que sea yo. Soy el que tiene menos posibilidades y en definitiva soy el que os ha metido en este lío.

- Pero... Dijo Héctor antes que Mendoza le interrumpiera.

- No me discutáis, por favor, ahora no.

- De acuerdo jefe -dijo Hasan- En formación y a por ellos.

jueves, 3 de marzo de 2016

BIG ONE. CAP 53

- Les hemos perdido la pista jefe.

- Buscadlos en los pisos superiores, no pueden andar muy lejos. Dijo desde el teléfono negro mientras paseaba nerviosamente por la terraza sin soltar la copa de coñac que le había acompañado toda la noche.

- El batab tiene orden de no ir allí jefe.

- Lo sé. Dale una nueva orden. No habrá límites en todo el edificio.

- De acuerdo, pero son hábiles. Se repliegan con sentido. Seguro que tienen establecido un punto de reunión.

- Pues tendedles una trampa y seguidles.

- Sí jefe, pero no será fácil. Los celayotls deben aún de actuar cerca del batab.

- Lo entiendo pero no tenemos mucho tiempo, no tardará en amanecer.

- Tenemos tiempo suficiente jefe, los llevaremos hacia la trampa, parecerá un desgraciado accidente.

- Otra cosa.

- Diga jefe.

- Salvad a su batab, me interesa.

- Será difícil jefe, no se separa de ellos.

Se hizo un silencio en el que aprovechó para beber un trago. No era fácil encontrar una solución final sin provocar un escándalo de consecuencias imprevisibles e irreparables. Por otra parte le excitaba la posibilidad de tener un batab naif, original, real ¡en pleno siglo XXI!

- Lo entiendo. Mantenedme informado, comunicación constante. Según lo que pase ya decidiré.

- A la orden. Corto.

Dejó el teléfono negro sobre la mesita "parecerá un accidente, un desgraciado accidente" ¿Dios, cómo podía llegar a ser tan frío este hombre? "Ellos" se lo hicieron llegar vía contacto con los servicios secretos españoles "Tiene carta blanca, seguirá sus órdenes, no le dará ningún problema, usted no se preocupe de nada, sólo de las inducciones" le dijeron. Y así fue. Cuando entró aquel ladrón de cable él lo solucionó sin ningún aspaviento, sin derramar ni una gota de sangre, incluso le cambiaron la ropa para parecer un homeless sin más. No fue difícil convencer a todo el mundo, la terrible crisis había vuelto normal la imagen de gente sin casa y sin nada intentando ocupar un de los tantos edificios abandonados y pereciendo por ello. Apareció un pariente lejano de aquel hombre y "Ellos" lo solucionaron rápidamente porque dinero no les faltaba. Cuando pregunté por su muerte me contestó lacónicamente " la gente muere" Pero ahora todo era distinto, eran cuatro personas jóvenes y desde luego no parecían simples ladrones de cobre. ¿Porqué habían entrado? ¿Qué buscaban allí dentro con tanta determinación?

Esta vez decidiría él y no dejaría que su eficiente ayudante tomase las riendas. Miró al cielo y levanto su brazo derecho.

- Doctor Wilson ilumineme.


viernes, 26 de febrero de 2016

BIG ONE. CAP 52

- ¡Fran, cabronazo! ¿dónde te habías metido? Exclamó Hasan echándose literalmente a mi cuello.

Los demás también se alegraron de verme y vinieron a abrazarme. Por una vez eramos una auténtica piña. Nos sentamos y bebimos, les expliqué mis peripecias en urgencias.

- No sé si puede servir de algo esto. les dije mostrando la bolsa con los walkies que finalmente pude rescatar.

- Es perfecto Fran y funcionan. Dijo Hasan excitado mientras probaba uno de ellos.

- Están cargados pero no se puede comunicar con el exterior. Supongo que es el puto campo magnético.

- Sí Fran pero en la grúa funcionarán seguro ¡Es justo lo que nos hacía falta! Dijo Héctor con una emoción impropia de él.

- ¿Qué grúa? pregunté yo sorprendido.

Mendoza y Héctor me desgranaron el plan de Hasan.

- Me acuerdo de la grúa -dije yo- pero si ven que queremos huir del edificio nos atacarán de verdad. Hasta ahora han jugado con nosotros para desquiciarnos.

Mis tres compañeros asintieron. Ni que fuese a título póstumo me había ganado por fin su respeto.

- En ese caso deberemos defendernos. Dijo Héctor.

- ¿Cómo lo haremos Héctor? Pregunté yo.

- Lo haremos como los celayolts, los guerreros mayas. Utilizaremos lanzas.

- ¿Qué lanzas? Pregunté de nuevo.

- Estas lanzas. Dijo Hasan acercándose con 4 palos de suero que había en el almacén contiguo.

jueves, 18 de febrero de 2016

BIG ONE. CAP 51

Cuéntanos tu idea Hasan. Dijo Mendoza ya más calmado.

- En el -1 los ventanales tienen unas ventanas pequeñas laterales que pienso que son fácilmente forzables. Podríamos salir sin meter mucho barullo y de manera rápida.

- Muy bine Hasan pero ¿para ir a dónde? Estos ventanales no dan a la calle sino a los tragaluces del bunker.

- A parte de que seremos detectados por el láser sino fritos por él. No nos quieren atacar directamente porque creo que nos están invitando a salir como el vagabundo. Dijo Héctor.

- Yo también lo he pensado Héctor pero no es exactamente así.

- Explícate mejor. Dijo Mendoza.

Se hizo un momento de silencio, Hasan espero que sus compañeros reaccionaran.

- ¡Claro Hasan, el de la grúa! Exclamó Mendoza.

- Ahí estamos. En el de la grúa seguro que no han instalado el láser, no serviría de nada y se puede acceder perfectamente desde la ventana.

- Bien Hasan, pero seguimos sin poder salir. Dijo Mendoza.

- Sí pero podemos subir por la grúa y una vez arriba esperar a que se haga de día y si nos descubren pedir auxilio ¡ni que sea a gritos!

Volvieron a quedarse en silencio. Hasan esperaba expectante la reacción de sus compañeros.

- No es mala idea -dijo Héctor finalmente- aquí dentro somos suyos, nos están enviando constantemente el mensaje de que nos cogerán cuando y como quieran.

- ¿Seguro que los ventanales del sótano son así Hasan? preguntó Mendoza.

- No tengo la menor duda, son ventanas de ventilación típicas de muchos sótanos, también hay en los pisos superiores pero no tantas.

- La verdad, no tenemos ninguna opción mejor -remató Mendoza- pero si nos descubren esta vez nos atacarán sin dudar.

- ¡Pues tendremos que defendernos! Dije yo llegando a la carrera a la zona cero.

jueves, 11 de febrero de 2016

BIG ONE. CAP 50

No sé cuanto tiempo estuve inmóvil, seguramente más de una hora. Me dolía todo, tenía la sensación de que no podría levantarme nunca más. En mi primer movimiento consciente desde que aquel humanoide se fue apagué la linterna. No sé lo que pasó, probablemente se enredó en las sábanas y no reparó en mí. La cuestión es que abandonó la habitación rápidamente y ya no siguieron revisando boxes. Se fueron como si estuviesen respondiendo a algún tipo de llamada, aunque no oí que emitieran ni una palabra, ni un solo sonido.
Bajé como pude de la camilla y salí del box, la bolsa de walkies seguía sobre el mostrador. Tenía que encontrar mis compañeros como fuese.

sábado, 30 de enero de 2016

BIG ONE. CAP 49

Mendoza y Héctor llegaron a la zona cero a la carrera.

- ¡Joder, vaya susto me habéis dado!

Perdona Hasan. Dijo Mendoza antes de desplomarse al suelo.

- ¿Os ha seguido alguien?

Héctor se encogió de hombros.

- ¿Mendoza, cómo estás? preguntó Hasan acercándosele. Mendoza estaba completamente estirado en el suelo, su gesto era de mucho dolor, a pesar de lo cual esbozó una leve sonrisa.

- Estaría mejor sin la pierna la verdad.

- Déjame ver. Dijo Héctor ante la incredulidad de sus dos compañeros.

Empezó a tocarle la rodilla, al principio Mendoza gritaba pero después parecía no dolerle las manipulaciones a las que le sometía Héctor. Su placa del antebrazo brillaba con fuerza.

- Espero que ahora estés mejor amigo. Dijo Héctor.

- Sí, sí, no me duele ni la mitad ¿Cómo lo has hecho?

Héctor sonrió.

- Mi madre es un poco curandera.

- ¿Qué te pasa Héctor? Preguntó Hasan entre extrañado y asustado.

- No lo sé. No sabría como explicártelo. Dijo tímidamente.

- Yo sí. Dijo Mendoza que ya llevaba rato observando los cambios de su amigo.

- Poderes, están apareciendo tus poderes Héctor. El Hunab Ku.

- ¿Y Fran?

viernes, 22 de enero de 2016

BIG ONE. CAP 48

Entré de golpe en uno de los boxes, concretamente en el que habíamos estado inspeccionando Hasan y yo, no había donde esconderse así que me tumbé en la camilla y me cubrí con las sábanas. No tuvieron tiempo de verme, si algo había aprendido aquella noche era a moverme como una serpiente. El Fran que había entrado simplemente ya no existía. A fuera, se oía el movimiento, eran más de uno, no se oían voces, iban abriendo puertas en el otro lado. Yo estaba rígido, respiraba rápido y sudaba a mares, me mantenía aplastado contra la colchoneta para no abultar lo más mínimo, por suerte, las sábanas eran grandes y dobles. Miré hacia abajo para cerciorarme que todos los centímetros de mi cuerpo estaban cubiertos y me acerqué al borde superior de la camilla, estaba hecho un manojo. Si levantasen la sábana me tiraría al suelo e intentaría huir por debajo, una quimera. En aquel momento una imagen me horrorizó, sobre la sábana verde se proyectaba una tenue luz que la traspasaba ¡con las prisas me había olvidado de apagar la linterna! En aquel preciso instante la puerta del box se abrió con un gran estruendo. Me tumbé sobre la linterna instintivamente y dejé de respirar. Pude oír como aquel hombre, o lo que fuese, caminaba por el box, de golpe, puso la mano bruscamente sobre la parte inferior de la camilla pero sólo tocó colchoneta, levantó la primera sábana y yo retraje mis piernas como un muelle.
Me quedé encogido como un feto, ya no tenía escapatoria.

jueves, 14 de enero de 2016

BIG ONE. CAP 47

El teléfono negro sonó de nuevo.

- ¿Novedades?

- No se lo creerá jefe.

- Prueba.

- Ellos tienen un batab.

Se hizo un silencio durante varios segundos.

- Repite.

- ¡Tienen un batab jefe! un inducido. Con capacidad de control sobre nuestros celayots.

- Suena increíble.

- Lo sé pero ha bloqueado su avance en una ocasión y nuestro alfa ha tenido que actuar ¿Qué hacemos?

- Lo previsto, no hay cambio de planes, uno sólo no podrá con los nuestros.

- Ok jefe, pero alfa tendrá que estar más encima.

- Sí claro. Mantenme informado.

- Lo haré.

Dejó el teléfono al lado del ordenador ¡Un inducido! era increíble, pero ¿cómo?
¡Por eso habían entrado!
"¡Joder un batab, Fuck. fuck, fuck!" Gritó antes de pegarle una patada a la mesa y derramar todo el coñac.
Se levantó de la silla y volvió a entrar al salón de la casa, necesitaba otra copa.

viernes, 8 de enero de 2016

BIG ONE. CAP 46

¡Me había dejado la bolsa de los walkies sobre el mostrador! justo en el momento que los fantasmas iban aproximándose. Pero no tenía alternativa, a gatas me acerqué de nuevo al mostrador, lo rodeé por fuera desde la parte posterior y cuando creí estar a la altura de la bolsa me detuve.
En ese preciso momento se abrió la puerta del pasillo que tenía delante de mí.