jueves, 17 de marzo de 2016

BIG ONE. CAP 55


Atravesamos el largo pasillo de la planta de hospitalización y bajamos prudentemente por la escalera con nuestras lanzas preparadas como guerreros precolombinos y sobre ellas, atadas con cinta, las linternas. Llegamos sin problema al hall de entrada, a través de los ventanales seguía sin verse el exterior pero las luces de emergencia y la experiencia nos permitían saber exactamente donde estábamos. A veces tenía la sensación de que había vivido siempre en el puto edificio. Descendimos por las escaleras hasta el piso inferior y por una puerta que había detrás de los mostradores de la recepción de consultas entramos en el pasillo. Héctor y Hasan se adelantaron, yo seguía a Mendoza que se desplazaba con bastante dificultad. No se veía nadie por detrás. En el tercer ventanal Hasan sacó las palancas y las apuntaló en las pequeñas ventanas de ventilación. Cómo se había dado cuenta de la existencia de esas ventanas no tenía ninguna explicación más que una memoria fotográfica prodigiosa. Yo apenas sí recordaba la grúa que se alzaba en medio del tragaluz como un dinosaurio del jurásico. Hasan se colgó literalmente de las palancas y la ventana empezó a crujir. Un escalofrío de emoción me recorrió por dentro.

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