jueves, 23 de junio de 2016

BIG ONE. CAP 66


En el exterior del edificio, sobre el círculo que marcaba el helipuerto del hospital, tres hombres de pié miraban hacia la casa de la culla. A uno de ellos le brillaba ostensiblemente el brazo derecho.

- No es por interrumpir pero creo que deberíamos irnos cagando leches. Dije yo invadido de nuevo por la fatal intranquilidad de que todo lo que intentábamos acababa saliendo mal.

- No hace falta Fran - dijo Mendoza- no vendrán.

- ¿Cómo lo sabes?.  Pregunté yo.

- Sencillamente porque si hemos salido ha sido porque ellos lo han permitido.

- Hombre, algo habremos hecho bien. Dijo Hasan desde detrás.

- Sin duda- dijo Mendoza- no creo que se esperasen nuestra resistencia y mucho menos la huida final pero eso no cambia nada.

- En el fondo saben que no podemos contar nada de lo que hemos visto. Dijo Héctor sin girarse hacia nosotros.

Tenía toda la razón. ¿Quién nos creería? además, ¿porqué tendríamos que ir contando que nosotros mismos habíamos cometido un delito de allanamiento de morada?

- Creo que hemos sido unos excelentes conejillos de indias. Dijo Hasan.

- Sin duda - dijo Héctor- y creo que sus celayolts han respondido como ellos esperaban.

- ¿Y dejarnos marchar es su manera de agradecérnoslo?. Pregunté yo recordando los "canguelis" que habíamos pasado dentro.

- Puede. Contestó Héctor.

Se hizo un momento de silencio. Se notaba  en el cielo que el nuevo día quería nacer. No hacía frío y una ligera brisa nos recordaba lo agradable que era estar en este mundo.

- Entonces, ¿Qué hacemos? Pregunté.

Mendoza me miró y sonrió por primera vez en muchas horas.

- Irnos a casa Fran.

Héctor parecía ensimismado. Sin dejar de darnos la espalda levantó su brazo derecho al cielo.


jueves, 9 de junio de 2016

BIG ONE. CAP 65


Al salir por el portalón estaba todo oscuro alrededor por lo que me costó situarme. A la derecha había un pequeño bosquecillo. Al final lo ví, abajo a la izquierda, a unos doscientos metros de distancia, la inmensa mole del hospital, el big one, que al final había quedado atrás.
Fué mi primer respiro de alivio. "Game over" pensé.

- La casa de la Culla, hemos salido por la casa de la Culla. ¿Pero cómo...? Preguntó Hasan antes de contestarse a sí mismo. Si alguien conocía los secretos de esa antigua casa situada al lado del hospital ese era Nuno.

- Nuno, Nuno pero... ¿Qué hacías tú allí? ¿Cómo nos has encontrado? Le decía Mendoza sin dejar de abrazarle y acariciarle el cabello.

Nuno se encogía de hombros y no dejaba de sonreír. Resultaba que la casa de la Culla estaba conectada con las instalaciones del antiguo hospital. Nada extraño sabiendo que antaño ambas edificaciones habían sido del mismo propietario: los monjes. ¿Pero cómo sabía Nuno dónde encontrarnos y que estábamos en peligro?. Lo que nos había sucedido era ciertamente un auténtico milagro. "Todo lo nuevo se hace sobre lo viejo" recordé entonces. Pero ya daba igual ¡estábamos fuera!

Héctor, que se había avanzado unos metros, se giró hacia nosotros.

- Mirad abajo chicos. Son ellos.

jueves, 2 de junio de 2016

BIG ONE. CAP 64


Sentí un fuerte empujón por detrás que me abalanzó sobre la pared blanca. me cubrí la cara con las manos pero en lugar de recibir un impacto caí rodando al suelo. Al levantarme estaba en un sitio que no reconocía. Hasan me ayudó, era él quien me había empujado.

- ¡Estamos fuera Fran, hemos pasado al otro edificio!

Levanté la cabeza. también era un pasillo pero más antiguo. No había ventanales y en el techo relucían dos potentes fluorescentes que, después de tanta oscuridad, me deslumbraron. ¿Estaba soñando?

-¡Vamos, vamos! Seguía gritando Nuno.

Me giré, la pared desde donde estaba se veía borrosa.

- Es un holograma Fran, un puto holograma. Me gritó Hasan sonriendo.

¡Un holograma! Así entraban y salían nuestros amigos sin ser vistos. Atravesando paredes...¡virtuales!

- Lo tenían todo preparado ¡valientes hijos de puta! dijo Hasan moviendo la cabeza.

"Nada es nunca lo que parece" recordé.
Seguimos corriendo unos treinta metros, pasamos por el lado de una escalera que daba sin duda al hospital viejo pero Nuno la obvió ¿A dónde nos llevaba? Llegó a la altura de unos almacenes, justo antes de lo que debía ser la lavandería del hospital y nos hizo entrar por una trampilla que había en la pared. Después de un corto trecho a cuatro patas atravesamos un nuevo agujero, bueno más que un agujero era un auténtico boquete que alguien ¿Nuno? había abierto a martillazos. Llegamos a una sala oscura, grande, abandonada donde se veían los restos de una antigua piscina. Nuno abrió una pequeña puerta y fuimos entrando uno a uno. No sé los metros que recorrimos en la oscuridad, habíamos abandonado las lanzas y con ellas nuestras linternas, pero finalmente llegamos a otro espacio subterráneo, oscuro, sin ventanas, muy húmedo, olía a cebollas. Subimos por unas pequeña y angosta escalera y llegamos a lo que parecía la entrada de un viejo edificio presidida por la luz tenue de una simple bombilla. Nuno abrió, no sin dificultad, una pesada cerradura y empujó el portalón. De golpe entró una ráfaga de aire fresco.